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Luego de las corridas de Madrid debía torear en todas las plazas de España. Su apoderado estudiaba los horarios de los ferrocarriles, entregándose a interminables cálculos que habían de servir de guía a su matador. Gallardo marchaba de éxito en éxito. Nunca se había sentido tan animoso. Parecía que llevaba dentro de él una nueva fuerza.

Se consideraba ya de otro mundo; sentía interiormente el mismo cambio que su general. Cuando Miguel Fedor sació su primer entusiasmo por las corridas de toros, continuaron el viaje á través de Europa, hasta llegar á Rusia, mucho después de las numerosas cartas de presentación dirigidas por la Lubimoff á sus parientes.

O todos igualmente locos y fanáticos, ó todos igualmente dignos de consideración y respeto. Otra terrible manía del Sr. Taylor es la que muestra contra las corridas de toros, á las que fué no obstante y se divirtió viéndolas.

En España no debía parecer extraña esta unión de diversiones públicas con fundaciones religiosas ó de beneficencia, porque ya en Valencia existía desde 1526 un teatro dependiente de un hospital, y aun hoy, con arreglo á la antigua costumbre, corren también á cargo de los rectores de los hospitales las corridas de toros, cuyos productos, deducidos los gastos, se aplican al sostenimiento de estas fundaciones.

Pero las nubes volvían a juntarse, persistía la cerrazón gris, con su constante lloro, e indignábase la gente de la afición contra la temperatura, que parecía haber declarado guerra a la fiesta nacional... ¡País desgraciado! Hasta las corridas de toros iban siendo imposibles en él. Gallardo llevaba dos semanas de forzoso descanso. Su cuadrilla quejábase de la inacción.

Eran las doce muy corridas e la rua estaba negra como malos pecados, cuando dos gentiles hombres así fablaban en puridad andando su camino: Paréceme, amigo Egas, que no andades tan suelto por la calle sonando la queda como a sol tendido.

Las dos primeras corridas de toros que se celebraron en Teruel con motivo de unas fiestas reales por Fernando VII, diéronse en esta plaza, habiéndose invertido una cuantiosa suma en madera para formar tendido y cerrar la plaza: en ella se encuentra la antigua casa de los Barones de Escriche y el Hospital, del que nos ocuparemos mas adelante.

Pues entonces dijo Miguel seria y pausadamente soltando otra bocanada de humo, te anuncio que cuando sea ministro de la Gobernación, tendré el honor de suprimir las corridas de toros. Enrique le echó una mirada torva. ¡Ya se librará ningún ministro de la Gobernación de suprimir los toros! ¿Y dónde está tu padre ahora? dijo Miguel levantándose.

Pero si vienen a curiosear, siento tener que decirles que tomen la puerta y que aquí no hacen falta para nada». Salieron las tales muy corridas, echando de sus bocas, por la escalera abajo, palabras absolutamente contrarias a los latines que pocos momentos antes se habían oído en el propio sitio.

Sólo en muy contadas circunstancias, cuando se casaban los reyes, se firmaba una paz o se inauguraba una capilla en una catedral, celebrábanse tales sucesos con corridas de toros. Ni había regularidad en la repetición de estas fiestas, ni se conocía el lidiador profesional.