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Actualizado: 6 de mayo de 2025


Cuando la corrida era popular, bajaba a la arena la muchedumbre, atacando en masa al toro, hasta que conseguía derribarlo, rematándole a puñaladas. No existían las corridas de toros continuaba el doctor . Aquello eran cacerías de reses bravas... Bien considerado, la gente tenía otras ocupaciones y contaba con otras fiestas propias de la época, no necesitando perfeccionar esta diversión.

Así, por ejemplo, en las corrídas de toros celebradas en la plaza de San Francisco el lunes 16 de Septiembre de 1647, gastó el cabildo Catedral 294 reales y medio, siendo algunas de las partidas del tenor siguiente: «De seis arrobas y una cuarta de nieve á 20 reales y 20 maravedises De veinte y dos libras de anís, canelones y ciruelas de Génova 100 maravedís. De tortas y vino, 20

Durante la primavera y el verano reuníanse los Cuarenta y cinco en el vestíbulo de la sociedad y parte de la calle, sentados en sillones de junco, a esperar los telegramas de las corridas. Creían poco en las opiniones de la prensa; además, necesitaban conocer las noticias antes de que saliesen en los periódicos.

Delicioso manjar es por cierto, pero yo declaro que todo el que se regala comiéndole sin escrúpulo de conciencia, no tiene derecho para maldecir de las corridas de toros. Y yo de buena tinta que los señores marqués de San Carlos y D. Luis Vidart gustaban del foie gras y le comían a menudo.

Matadores famosos había visto él quedar en público tan mal como su chico. ¡Adelante con la carrera! Y organizaba corridas en las plazas de Toledo y Guadalajara, apareciendo como empresarios amigos suyos, pero «corriendo él con los gastos» como siempre. Su novillada en la plaza grande de Madrid fue, según el tabernero, de las más famosas que se habían visto.

De vez en cuando circulaba entre ellos un soplo de esperanza. Madrid iba a tener un gran matador. Acababan de descubrir a un novillero, hijo de las afueras, que, después de cubrirse de gloria en las plazas de Vallecas y Tetuán, trabajaba los domingos en la plaza grande en corridas baratas. Su nombre se hacía popular.

Debía ir al cuarto de doña Sol y rogarla que no bajase. El bandido se marcharía seguramente después del almuerzo. ¿Para qué dejarse ver de este triste personaje?... Desapareció el banderillero, y el Plumitas, viendo al maestro apartado de la conversación, se dirigió a él, preguntando con interés por las corridas que aún le quedaban en el año.

Cuando se despobló Xerez, y abandonó el mencionado Portugues su estanzuela, quedaron bastantes vacas en plena libertad, de las que los Curuguateños en las referidas corridas mataron algunas: pero con tanta escasez que, cuando mucho, en el viage á Xerez encontraban tres ó cuatro; siendo indudable que si el país fuese adecuado habrian en 200 años inundado la tierra donde nadie las ha perseguido.

Es mi único vicio... pero no los hay más que en la primavera y una vez por semana, aparte de algunas corridas extraordinarias.

Ya anteriormente habíanse celebrado en aquel año otras corridas de toros, como sucedió el 23 de Abril, cumpleaños de la reina, corriéndose ocho cornúpetos en el Alcázar, y con la asistencia de la soberana, aunque es sabido cuánta repugnancia demostró por la lidia de reses bravas.

Palabra del Dia

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