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Salieron al día siguiente para la consulta; pero como les designaran para esta una hora de la tarde, entretuvieron la primera mitad del día pordioseando en varias calles, siempre con mucho cuidado de los guindillas, por no caer nuevamente en poder de los que echan el lazo a los mendigos, cual si fueran perros, para llevarlos al depósito, donde como a perros les tratan.

Montenegro, pasando por los tortuosos senderos que formaban las filas de toneles, llegó a la bodega de los Gigantes, el gran depósito de la casa; el almacén inmenso de los caldos antes de adquirir éstos forma y nombre, el Limbo de los vinos, donde se agitaban sus espíritus en la vaguedad de lo indeterminado.

Hundiéronse las casas del paseo de Santa Engracia, el Depósito de aguas, después el cementerio. Cuando los ladrillos rozaban ya la bellísima línea del horizonte, aún sobresalían las lejanas torres de Húmera y las puntas de los cipreses del Campo Santo.

Había en aquel carácter una extraña y violenta necesidad del martirio, y si por la superioridad de su alma le era difícil hallar compañeros que se la estimaran y animasen, él, necesitado de darse, que en su bien propio para nada se quería, y se veía a mismo como una propiedad de los demás que guardaba él en depósito, se daba como un esclavo a cuantos parecían amarle y entender su delicadeza o desear su bien.

Desde el instante en que la mercancía entra al depósito en el Dock, queda avaluada por peritos, asegurada y bajo la responsabilidad de los empresarios del mismo Dock.

El arroyo no es sólo para nosotros el más gracioso ornamento del paisaje y el lugar encantado de nuestras alegrías; es además para la vida material del hombre un depósito de alimentación, y su agua fecunda nutre las plantas y los peces que sirven para nuestra subsistencia.

¡Qué placer tan intenso experimentó aquel grupo de muchachos reunidos en el cuarto aguardillado, cuando el mozo de la imprenta depositó en el suelo un fardo de Abejas! Fui comisionado para ir en busca de vendedores. En menos de una hora reuní treinta o cuarenta chicos en el portal de la casa; pero se negaron resueltamente a dar un cuarto por el nuevo periódico.

¡Eh... chss! ¡Barquilleeeeró! gritó el capitán mostachudo, sin notar que el círculo de las grandecitas se reía de su ronquera crónica. No obstante la cual, el señor Rosendo le oyó, y se acercaba, derrengado con el peso de la caja, que depositó en el suelo delante del grupo.

No trepido en comparar estos reconocimientos con lo que el depósito de la guerra posee de mejor, en este genero, sobre muchos puntos de España. Esto es lo mismo, poco mas ó ménos, que si un mapa de Europa presentase á Turin sobre la vertiente de los Alpes que mira á la Francia.

Desprovistos ademas de parages donde ponerla en depósito y á cubierto contra las frecuentes lluvias, les acontece muy á menudo el malograr completamente sus acopios, ó el verlos en gran parte averiados.