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12 Por lo cual así mismo padezco esto, pero no me avergüenzo; porque yo a quien he creído, y estoy cierto que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día. 15 Ya sabes esto, que me han sido contrarios todos los que están en Asia, de los cuales son Figelo y Hermógenes. 16 el Señor misericordia a la casa de Onesíforo; que muchas veces me refrigeró, y no se avergonzó de mi cadena;

Cada uno de ellos continuó el ruso lleva debajo de la espalda un depósito de patadas recibidas, y desea consolarse dándolas á su vez á los infelices que coloca la guerra bajo su dominación. Este pueblo de «señores», como él mismo se llama, aspira á serlo... pero fuera de su casa. Dentro de ella, es el que menos conoce la dignidad humana.

En un picacho estaba el depósito y para ocultarlo veíase agrupado en torno del monte el caserío de cartón que fingía ser la ciudad de Belén, sobre cuyos minaretes de cartulina ondeaba la bandera española.

De todos los elementos superiores de la existencia racional es el sentimiento de lo bello, la visión clara de la hermosura de las cosas, el que más fácilmente marchita la aridez de la vida limitada a la invariable descripción del círculo vulgar, convirtiéndole en el atributo de una minoría que lo custodia, dentro de cada sociedad humana, como el depósito de un precioso abandono.

Es cierto que la hermosa fuente no es abundante, sobre todo durante los calores del verano, cuando sólo queda en la tierra la humedad de las nubes y la niebla; acostándose en el suelo para beber en la fuente, se ve disminuir su recipiente á medida que los labios la absorben; pero el pequeño depósito medio vacío se llena de nuevo, y el agua pura se desborda por la pendiente para emprender su viaje por el mundo exterior.

Antes bien sonrió dulcemente cuando él la depositó allende el vado y le dió las gracias y le tendió su mano. Lo con mis propios ojos, como lo vió Marcos....

En cuanto los esclavos pusieron en tierra el precioso depósito, y que sólo se oía en el silencioso aposento el murmurador bisbisar de los wazires y consejeros y alguno que otro suspiro del inquieto Sultán, se incorporó el loco Ben-Farding, acercándose al lecho en que descansaba, como en un encanto, la linda Sultana, y exclamó en alta voz y fuera de : ¡Perfección divina! ¡Portento sin igual! ¡Asombro de la naturaleza!...

Aquel era el sujeto del sacrificio, como diría don Cayetano. Ana Ozores depositó un casto beso en la frente del caballero. Y sintió vehementes deseos de verle, de besarle en realidad como al cuadro disolvente. Mala hora, sin duda, era aquella. Pero la casualidad vino a favorecer el anhelo de la casta esposa.

Una mujer muerta en casa de Lea y vestida con su ropa, ¿quién podía ser sino ella? Yo mismo no lo puse en duda. Menos firme que , volví los ojos cuando me enseñaron el cadáver en la siniestra losa del depósito. ¡Hay qué tener una disposición especial para examinar de cerca los muertos!

El arrendatario de las cortas de Balsaín me da cuanta madera de pino me haga falta... En los sótanos de esta casa hay un depósito de caobas que se están pudriendo, y Su Majestad me permitirá sacar una piececita... El contratista del panteón de Infantes del Escorial me ha ofrecido todo el mármol que quiera.