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Actualizado: 3 de mayo de 2025


Hubiera dado su más preciada joya, su dentadura misma de Ernest, por tener tan sólo veinticuatro horas aquella presea de la cadina y pasearla por todos los salones y enseñarla a todos los curiosos, desempeñando así un bout de rôle en aquella novelesca tragedia que había de ser al día siguiente tema obligado de todas las conversaciones.

Y sin más aviso, le descargó un tremendo bofetón. Tan tremendo, que la chica cayó al suelo como privada de sentido. Al ver aquel acto de barbarie Andrés, se puso en pie vivamente. La sangre le subió al rostro y no pudo menos de exclamar: ¡Qué brutalidad!... ¿Por qué le pega usted de ese modo tan bárbaro? Porque quiero enseñarla a obedecer. Ahora no había motivo.

En la época moderna los escultores procuran también revelar espíritus y símbolos, pero sólo logran hacerlo recurriendo a la deformidad, artificialmente, y así sus obras son casi siempre una caricatura. Nuestra época es incapaz de alzarse hasta la religiosa sabiduría helénica. Inútilmente algunos grandes espíritus han procurado enseñarla. Sus lecciones son voces solitarias, vagamente oídas.

En todas partes desplegaba la misma franqueza cordial, un buen humor y una gracia que hacía apetecer su compañía. Hallolo en la ignorancia supina de ésta. La infeliz no sabía siquiera leer y escribir. Romadonga, lleno de celo pedagógico, se brindó a enseñarla en poco tiempo. Cuando la vio medianamente impuesta en estas materias no por eso se apagó su ardor instructivo.

Acerquéme a ésta enseguida con la disculpa de enseñarla no qué chucherías que asomaban entre los papeles colorados de una caja a medio abrir; llevóse Neluco a los demás hacia el crucero, y la dije en cuanto nos vimos solos: Su madre de usted está en lo cierto, por lo que toca al destino de estas obras: no se hacen para solo; pero se equivoca en lo principal: en lo que presume de la reina con quien deseo compartir este humilde alcázar de mi señorío.

Todos los que saben la doctrina a satisfacción del cura o del que los examina van aprobados, y los que no la saben continúan aprendiéndola con los que están señalados para enseñarla; y, estando capaces, se les da la aprobación de examen.

En confianza dijo Maximiliano a Fortunata que debían mudarse de casa para no tener vecinos tan contrarios al método de personas decentes que se habían impuesto. De todo lo que el enamorado pensaba hacer para la redención de su querida, nada le parecía tan urgente como enseñarla a escribir y a leer bien. Todas las mañanas la tenía media hora haciendo palotes.

Pero ni aun se le ocurrió la idea de enseñarla a su tía o al Conde; no creía hacer, quemándola, el sacrificio más insignificante. La segunda carta contenía una firma que Judit leyó repetidas veces, sin atreverse a dar crédito a sus ojos. Pero le era imposible la duda; el billete estaba firmado por el obispo de *; y concebido en estos términos: *

Comprendo que usted, por la vida mala que ha llevado y por no haber tenido a su lado buenos ejemplos, no podrá durante algún tiempo meter en cintura a la loca de la casa; pero aquí estamos para enseñarla. Aquí me tiene a , y me parece que lo que traigo entre manos... Empecemos.

Almudena, ¿ crees eso? ¿Cómo es posible que ese señor, sin más que las cirimonias que has contado, me a lo que ahora es de Don Carlos Trujillo? Verlo , si queriendo. Pero con tanto requesito, si una se descuida un poco, o se equivoca en una sola palabra del rezo mental... Tener cuidado mocha. ¿Y la oración? Mi enseñarla ti; dicir : Semá Israel Adonai Elohino Adonai Ishat...

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