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Actualizado: 23 de junio de 2025
Qué es esto que ven mis ojos! Lo que presto no verán Segun la priesa se dan De acabarme mis enojos: Ves aqui, Lira; cumplida Mi palabra y mis porfias De que tú no moririas Mientras yo tuviese vida. Y aun podré mejor decir Que presto vendrás á ver Que á tí sobrará el comer, Y á mí faltará el vivir. Qué dices, Morandro amado?
Enjuga, Lira, los ojos, Dexa que los tristes mios Se vuelvan corrientes rios Nacidos de tus enojos; Y aunque la hambre ofendida Te tenga tan sin compas, De hambre no morirás Mientras yo tuviere vida. Yo me ofrezco de saltar El foso y el muro fuerte, Y entrar por la misma muerte Para la tuya escusar.
Porque tus blancos y afilados dientes el goce intensifican; porque mientes un platónico amor, ¡bendita seas! Yo creí adivinar en tus antojos acicate a pasiones sexuales; mas moduló tu voz ternuras tales, que hasta llegué a creer en tus sonrojos. ¡Cómo fingias crisis pasionales, de hondo y sentido amor, en tus enojos...! ¡Si hasta fingieron lágrimas tus ojos, en sartales de perlas, a raudales...!
Cecilia era su paño de lágrimas, su confidente en todos los disgustos matrimoniales. Nunca dejaba de recibir de su boca algún útil consejo, algunas palabras consoladoras que calmaban sus fuertes y repentinos enojos.
Dios nos dió el raudal que existe dentro de nosotros mismos de ventura. Lloraremos la alegría, reiremos indiferentes los enojos. Y agotáranse algún dia tus suspiros y las fuentes de mis ojos. Yo te daré mis canciones; tú la voz que en mi ser deja dulce calma; yo mis versos, tú tus sones; yo un ¡ay! triste, tú una queja, ¡yo mi alma...!
PELAYO. Pues antes que entrase el cura Mos ha puesto impedimento. Vase. SANCHO. Oye, Elvira. ELVIRA. ¡Ay, Sancho! Siento Que tengo poca ventura. SANCHO. ¿Qué quiere el señor hacer, Que a mañana lo difiere? ELVIRA. Yo no entiendo lo que quiere, Pero debe de querer. SANCHO. ¿Es posible que me quita Esta noche? ¡ay, bellos ojos! ¡Tuviesen paz los enojos Que airado me solicita!
Dice así en la epístola de Belardo á Amarilis: «Feliciana, el dolor me muestra impreso De su difunta madre en lengua y ojos; De un parto murió; ¡triste suceso! Porque tan gran virtud á sus despojos Mis lágrimas obliga y mi memoria, Que no curan los tiempos mis enojos. De sus costumbres santas hice historia Para mirarme en ellas cada día, Envidia de su muerte y de su gloria.
Novedad me ha parecido; Vueseñoría perdone. No hay novedad que no abone 555 El deseo que he tenido De serviros, si yo fuese, Para que no os cause enojos, Tan dichoso en vuestros ojos, Que serviros mereciese. 560 DO
El laurel, el laurel de la victoria no borró, no, nuestra historia, ni amor fiel nunca, nunca en mi memoria. El azul, el azul de bellos ojos y la faz de albores rojos a un gazul no le curan sus enojos. Que de allá, que de allá región tan fría con ilusa fantasía volará al jardín de Andalucía.
Presa en la red del propio bien perdido: serás un ave, enferma de añoranza, que va a volar cuando la noche avanza, en dirección al solitario nido... Si están ahitos de llorar tus ojos, y en otros días te causara enojos, la era de paz y de perdón se inicie. ¡Oh, qué mejor que tras la despedida, seamos como el agua, en dos partida, que se torna a juntar en la planicie!
Palabra del Dia
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