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Ningún barco habían visto en el horizonte, ni tampoco señales de tierra. Al llegar la noche se iluminó el mar, como la precedente. Una espléndida fosforescencia brillaba bajo las olas, producida entonces por las nottiluche miliari, en opinión del Capitán. Estos infusorios son pequeñísimos; tienen forma de hojas algo redondeadas, con un pequeño apéndice, y despiden extraordinario brillo.

Sobre la tez blanca empezó á esparcirse una especie de viruela subcutánea, formada de puntos negros pequeñísimos, como granos de pólvora. En una mejilla y en otras partes menos visibles se marcaban ó desaparecían, según los días, grandes manchas violáceas. Era la madurez precoz de la criolla de diversos orígenes.

Suben a la superficie por millones de millones y saturan las aguas. No se sabe todavía si estos pequeñísimos organismos son de naturaleza animal o vegetal; sólo se sabe que su fosforescencia es debida a una substancia particular que recubre su cuerpo y que parece resplandecer al contraerse. Sea como quiera, es sorprendente el espectáculo que con tales organismos ofrece el océano.

Algunos de aquellos moluscos se llaman anémonas, otros pelagias, y los peces fosforescentes scopelus, ergysopeletas, chanliodas, etc., etc. Una fosforescencia más maravillosa aún es la producida por los nottiluche, pequeñísimos moluscos, invisibles por lo común, y que tienen la forma de un círculo alargado por uno de sus polos, con un apéndice movible provisto de una membrana resistente.

Para ese ojo de vision colosal, el globo de la tierra seria quizás un átomo imperceptible; ¿y no es esto lo que sucede con solo suponer la distancia? ¿moles de inmenso grandor, no se nos presentan como pequeñísimos puntos luminosos en la bóveda del firmamento?

Las mugeres guardan la proporcion relativa ordinaria en cuanto á la estatura, y por lo demás participan de las mismas formas: tienen un aire elegante, y sus anchas caderas revelan en ellas una constitucion de las mas robustas: sus manos y piés son pequeñísimos, y su cintura no tan tosca como la de las Chiquiteñas.

Pues bien, prima; las habaneras son unos preciosos lazzaronis femeninos, cubiertas de olán y de encajes cuyos zapatos de raso son adornos inútiles de los pequeñísimos miembros a que están destinados, puesto que jamás he visto a una habanera en pie. Cantan hablando como los ruiseñores, viven de azúcar como las abejas y fuman como las chimeneas de vapor.

Cada dos hombres llevaban entre ellos, lo mismo que si fuese un cartelón anunciador, una faja de papel impreso mucho más larga que alta. Todos estos carteles tenían una capa de grasa y de suciedad, en la que la vista microscópica de los pigmeos veía rebullir pequeñísimos monstruos del mundo microbiano.

En cada piso se veian anchas vidrieras compuestas de pequeñísimos vidrios empatados en marcos de madera, sin abras exteriores y formando una curiosa simetría; y del suelo de la casa, á los lados de la puerta, se alzaban robustas plantas de madreselvas que trepaban hasta los pisos altos, formando en la fachada flotantes cortinajes floridos que se entrelazaban sobre los marcos de las ventanas.

Pomposos ramos de flores de trapo, que a cien mil leguas declaraban haber sido hechos por manos de monjas, completaban el ajuar del altarejo, juntamente con algunos pequeñísimos objetos de plomo, representando sagrados adminículos, tales como cálices y custodias, lámparas y misales. Estos juguetes los hacían entonces los veloneros para los niños buenos y que no lloraban.