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No los había visto nunca, por ser una mísera ignorante; pero su abuelo y su padre, grandes «machis», ó sea curanderos mágicos, tenían frecuente trato con estos demonios pequeñísimos. Sólo los sabios indígenas podían conocerlos. Algunos médicos gringos pretendían haberlos visto igualmente, dándoles en su lengua el apodo de «microbios», pero ¡qué sabían ellos!...

Todo el claro-oscuro del sepulcro consistía en menudos órdenes de bien agrupadas líneas, formando peine y enrejados más o menos ligeros según la diferente intensidad de los valores. En el modelado del angelote había tintas tan delicadas, que sólo se formaban de una nebulosa de puntos pequeñísimos. Parecía que había caído arenilla sobre el fondo blanco.

Demostró, en voz cascada y lenta, pero impávido, primero: que era una superchería lo de que la demolición de la capilla pudiese proporcionar los recursos a que se refería el presidente; que no había en el edificio más sillares que los pequeñísimos y carcomidos de la puerta; que los ornamentos no valdrían, en subasta, dos pesetas, y que no llegarían a treinta reales las esculturas del pobrísimo y desmantelado altar.

Los españoles, por ejemplo, ¿qué duda cabe de que no han disminuido de estatura? Sin embargo, ahora nos parecen pequeñísimos. Hombres muy pequeños, bigotes muy anchos, voces muy roncas... ¿Por qué están tan enfadados estos hombres tan pequeños? me pregunta un extranjero que ha sido compañero mío de viaje.

Grimaldo, Bernardo Carpió, Brabonel, príncipes. Don Aguilar, consejero. Don Fernández, conde. Don Rodríguez, capitán. Dos graciosos. Los doce pares de Francia, ejércitos moros y ejércitos cristianos. Después de lo anterior, ni se marcaba época, ni lugar, ni distribución de escena; bien es verdad que, según iba viendo, para maldita la cosa hacían falta tan pequeñísimos detalles.

Difiere de él en tener las patas más largas, el cuello más grueso, el hocico algo caído y los ojos pequeñísimos. Es mucho más veloz que él en la carrera, circunstancia a que debe sin duda el calificativo de ciervo, que forma la segunda parte del nombre con que lo designan los malayos.