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Actualizado: 5 de mayo de 2025
A la una de la tarde pasé el rio, y seguí para la ciudad de Córdoba, que dista 10 leguas, al rumbo del NO 3° O. Dicho rio corre en su paso N 30° NE, S 30° SO: su caudal es menor que el del Tercero; como pie y medio de agua en su cauce, sus márgenes pobladas de los mismos árboles que el campo; tiene algunas especies de pescados: su nacimiento es en las sierras de Córdoba, que se descubren desde las inmediaciones del rio, cuya parte septentrional demora al rumbo anotado.
Mientras que una parte de la corriente sigue su cauce natural, transformado en foso y luego en canal subterráneo por la mano del hombre, otra parte del arroyo, arrancado de su curso normal, entra en un amplio acueducto y se dirige hacia la ciudad, siguiendo el flanco de las colinas y pasando por enormes sifones por debajo de los barrancos.
No he oido mas que el rumor del insecto sobre la yerba, el del tiempo entre las grietas de los torreones medio caidos, el de la brisa entre los escombros, el del agua sobre las guijas que cubren el fondo de su cauce. Deseaba oir acentos de vida, y no he oido sino voces salidas del seno de las ruinas, no he oido sino la voz de la muerte.
La desenfrenada fantasía del poeta le impide caminar por el cauce, que puede acercarlo á la verdad ó á la verosimilitud; sobrepónese á todo escrúpulo para ofrecer una situación interesante ó de efecto, ó un diálogo brillante; por lo demás, se le importa poco que la acción siga sus pasos regulares, ó que sean ó no constantes los caracteres de sus personajes.
Ahora lo importante era tener buen ojo para escoger; serenidad para no dejarse engañar por la astuta gitanería que pasaba ante él con sus bestias, descendiendo luego por una rampa al cauce del río. Las once. El mercado debía estar en su mayor animación. Llegaba hasta Batiste el confuso rumor de un hervidero invisible; subían los relinchos y las voces desde el fondo del cauce.
«¡Señor! ¡dadnos paciencia!» Toda aquella gentuza, grandes y chicos, se habían propuesto acabar con la familia. Triste y ceñudo, como si fuese á un entierro, emprendió Batiste el camino de Valencia un jueves por la mañana. Era día de mercado de animales en el cauce del río, y llevaba en la faja, como una gruesa protuberancia, el saquito de arpillera con el resto de sus ahorros.
Al fin la ciénaga encuentra su desagüe principal, y el viajero vuelve á esconderse en el cauce sombrío del Dique ó canal, embelesado por los encantos de una naturaleza incomparable. Allí la plaga ha desaparecido enteramente, y el canal, con una anchura de 15 á 20 metros, da la idea de un paraíso que solo la imaginacion del poeta pudiera haber ideado.
El Tajo, llegando al norte de la ciudad y al oriente de ese istmo, se precipita como un torrente en la abra profunda que separa la montaña de la ciudad del cordon rocalloso del E.S.E.; rodea la basa gigantesca de Toledo, haciendo un círculo casi completo, y vuelve sobre el norte, como á buscar su propio cauce, lamiendo al poniente los cimientos graníticos del istmo que liga la península fluvial de Toledo con los cordones de cerros del N.O.
Rozando las del peñón y la del cerro hasta desaparecer hacia la izquierda por el boquete que quedaba entre el extremo inferior del cerro y la montaña, bajaba el río a escape, dando tumbos y haciendo cabriolas y bramando en su cauce angosto y profundo, cubierto de malezas y de misterios.
Morsamor, pues, y su hueste salieron, según unos, en una barca encantada, que se hallaron junto a la orilla de un lago, y que, arrastrada por la corriente, los lanzó en un río, por donde el lago se desaguaba, y cuyas ondas por rapidísimo declive se abrían cauce en la estrecha y tortuosa garganta que formaban tajados peñascos de empinadísimos cerros.
Palabra del Dia
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