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Soy para ella la ilusión, el recuerdo de un mundo en el que vivió y al que no puede volver... Lo que importa es llevar las cosas adelante: sacar algo positivo. Y con tortuosa astucia iba encaminando la conversación hacia donde era su deseo. Ella hablaba con los ojos perdidos en el infinito, queriendo prolongar el encanto de la noche anterior.

Aunque con poca diferencia su aspecto parece el mismo, su corriente es algo mas tortuosa, y se va aumentando con el tributo de los arroyuelos que bajan de los bañados vecinos.

¡Agáchense! ordenó nuestro guía, y vimos el débil bulto de su luz iluminando nuestro camino a lo largo de una senda estrecha y tortuosa, que se extendía hasta el mismo corazón del enorme peñasco. Por ciertos puntos cruzábamos entre lodazales de barro y moho pegajoso, mientras el aire allí detenido despedía un olor desagradable, sucio y malsano.

Echó pie a tierra, se despidió afectuosamente de Celesto, y abrazado de su tío y escoltado por el ama, subió la tortuosa escalera de la rectoral. El cura de Riofrío frisaba en los sesenta años.

Este tránsito por tierra es de ocho leguas hácia el norte, y de doce yendo por el rio Machupo, cuya corriente, tortuosa y muy profunda por todas partes, se halla guarnecida de hermosos boscages: hay en este rio muchedumbre considerable de bufeos. En la estacion de seca se atraviesa á caballo la llanura sin la menor dificultad tomando la ribera izquierda del rio.

Huyó Benina de un brinco, viendo cerca de las patas traseras de un grandísimo burro, que dos gandules apaleaban, como para conocerle las mañas y proveer a su educación asnal y gitanesca, y se fue hacia las casas que le indicó con un gesto el de la perfecta dentadura. Arranca de la explanada un camino o calle tortuosa en dirección a la puente segoviana.

El rio serpentea con rapidez como una inmensa y tortuosa veta de lázuli entre festones de graciosa y límpida verdura; las planicies se desarrollan en mil ondulaciones primorosas; las praderas, los bosques y las plantaciones alternan formando como interminables é irregulares tableros de damas; los caseríos, las aldeas y los rústicos cortijos se destacan donde quiera en pintoresca diseminacion; y bajo un cielo de verano, admirablemente sereno en algunos dias y mas azul que el de las regiones bajas de Europa, se contempla con arrobamiento ese mundo de colosos de hielo, semillero de rios y torrentes, de lagos y cataratas, salpicado de formidables torreones de granito levantados por el arquitecto invisible y divino, y ceñido por anchas fajas de vegetacion sombría y terrazas y anfiteatros admirables, que se llama el Oberland bernés.

Mátame primero. ¡Mira que tengo mucho miedo! ¡A la cueva no, que me comen los ratones! Los criados salieron al pasillo y presenciaban mudos y graves aquella escena. Los gritos de la niña se fueron perdiendo en la oscura y tortuosa escalera que conducía al sótano. Amalia abrió la puerta de la terrible cueva y empujó a su hija hacia el interior.

La calle, con sus tiendas estrechas y lóbregas y sus casas de poca altura, hacía recordar la tortuosa vía de una población árabe. Algunas carretas permanecían detenidas á las puertas de las tabernas, moviendo los bueyes sus colas y bajando las testuces pacientemente, mientras adentro gritaban los conductores ante los vasos de vino.

El vientre, completamente al descubierto, estaba rasgado por una abertura tortuosa de labios ensangrentados, al través de la cual asomaban unas piltrafas de fresco azul. El doctor Ruiz movió la cabeza tristemente. A más de la herida atroz e incurable, el torero había recibido una conmoción tremenda con el cabezazo del toro. No respiraba.