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Como quieras, contestó la señorita Guichard. Y tomaron un paseo circular. No bien habían andado cien pasos, apareció Bobart armado con su inseparable escopeta y escoltado, además, por el perro que tenía por misión devorar á los merodeadores en general y á Roussel y á Mauricio en particular. El abogado, como obedeciendo á una consigna, se colocó al lado de Herminia. El perro abría la marcha.

Poco después llegaron a lo más encumbrado, dando vista a Zarzalejo. Desde aquel sitio elevado se divisaba la gran llanura ondulante que se extiende delante del Escorial. Monte bajo, mieses, rocas peladas, todo formaba un conjunto armónico debajo del hermoso sol radiante que descendía ya majestuosamente escoltado de nubes rojas.

En una ocasión prendió la justicia á varios ladrones, y uno de ellos, hombre despejado, á lo que se vió, suplicó con grandes instancias le concediesen la plaza de ejecutor de la justicia, y como quiera que á la sazón ésta se hallaba mal servida porque el verdugo andaba enfermo y achacoso, y el solicitante, que era el propio Onofre, ofreció desempeñar el puesto por la mitad del sueldo, le fué encomendado; pero tantas fueron las bellaquerías y malas acciones que cometió á partir de entonces, que la Audiencia lo condenó á cárcel perpetua, y á no salir de ella sino cuando tenía que ejercer su triste misión, muy escoltado, y así que daba fin de ella volvían á encerrarle.

Un rayo cayendo sobre la casa; las palabras proféticas del festín de Baltasar apareciendo en la pared en letras de fuego; el nivel del Sena cambiando de repente y haciendo que el río se precipitase sobre el jardín; el Presidente de la República apareciendo de pronto escoltado por su cuarto militar para bailar en la boda de Herminia; ningún cataclismo, ninguna manifestación divina, ninguna inverosimilitud social, hubieran causado á Clementina un estupor semejante al que sintió.

Aproximáronse, mudos, rechinando los dientes con franco propósito de morder, extendiendo sus zarpas hacia los pantalones. El joven cogió una piedra, llamando con fuertes gritos a Zaratustra y a la señora Eusebia. Sonó detrás de la cabaña un silbido y la vocecilla de Polo llamando a sus canes. Isidro pudo seguir adelante escoltado por el fiero grupo, que giraba en torno de él, oliéndole las ropas.

Echó pie a tierra, se despidió afectuosamente de Celesto, y abrazado de su tío y escoltado por el ama, subió la tortuosa escalera de la rectoral. El cura de Riofrío frisaba en los sesenta años.

Colocaron a esta respetable familia dentro de un carro escoltado por gendarmes, y la condujeron en medio de un espantoso alboroto y de gritos de muerte hasta Autún. Había en este pueblo una inmensa cárcel destinada a encerrar todos los sospechosos de la provincia. Mi padre, por una excepción de la cual ignoro la causa, fue separado del resto de la familia y encerrado en la cárcel de Mâcón.

Tomaban el ferrocarril; se bajaban en Cléres y desde allí se iban á la propiedad de la señorita Guichard. Mauricio había hecho amistad, desde el primer día, con un perro de ganado, de talla colosal, que el dueño de Perceville había traido de Irlanda, y escoltado por aquel formidable compañero, de un olfato admirable, bloqueaba las cercanías de la prisión de Herminia.

Á corta distancia de él iban mil doscientos caballeros ingleses, cuyos almetes, petos y armas relucían al sol, formando deslumbrador escuadrón, escoltado por Lord Audley en persona con sus seiscientos arqueros y los cuatro renombrados escuderos que tamaña gloria conquistaran en Poitiers.

La resistencia fue de corta duración, y, por fin, salió un grupo de jóvenes escoltado por el amo y sus huéspedes. Los que quedaron en la gañanía comenzaron a buscar por los rincones una guitarra. ¡Buena se presentaba la noche! Al salir el amo, había dicho al aperador que enviase a aquella gente todo el vino que pidiera. ¡Oh, qué don Luis!...