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Actualizado: 28 de mayo de 2025
Mas interesante nos parece el diario de Amigorena, y el de Hilario Tapary, que, sin recursos y escoltado por dos perros, emprendió el viage mas largo y desastroso que haya sido egecutado hasta ahora en nuestras pampas.
Para mostrarle lo que guardaba la población digno de verse, le llevaban materialmente escoltado. Después vinieron las jiras a los caseríos y parroquias de las cercanías, a las casas de campo de los amigos de Belinchón, los banquetes opíparos, las excursiones de pesca y las cacerías. Realmente la vida era grata en Sarrió por el verano.
Sin embargo, mediante la intervención del tabernero, todo se arregló. Así es que el pobre Silas, escoltado por sus dos compañeros y provisto con unas ropas viejas, salió de nuevo bajo la lluvia, pensando en las largas noches que aun faltaban por transcurrir, no como aquellos que ansían descansar, sino como los que veían esperando la mañana.
El viejo Andrónico le halagó con nuevos honores, pero antes de volver á los Dardanelos quiso despedirse de su cuñado, el sombrío Miguel, que estaba en Adrianópolis con muchos guerreros búlgaros, futuros aliados. El heroico aventurero, contra la opinión de los suyos, que temían una asechanza, fué á Adrianópolis escoltado solamente por unos cientos de catalanes, y le recibieron con grandes fiestas.
Gracián procuró animar con palabras consoladoras a Nazaria, exhortándola a desechar su infundado temor, y después de reiterar a Tablas la súplica que le hizo poco antes, salió de la casa escoltado por las moscas.
Delante, marchaba el ataúd en hombros de los mineros, escoltado por mujeres que daban alaridos y se mesaban el pelo con desesperación de gitanas, y detrás don Facundo, montado en su burra, con sobrepelliz y bonete, seguido á pie por el sacristán, al que llamaba su «corneta de órdenes», siempre cantando, pues los parientes ponían reparos á la hora de pagar si cantaba poco, repitiendo automáticamente los versículos del oficio de difuntos, al mismo tiempo que se daba el compás esgrimiendo sobre su cabeza la vara de fresno con que arreaba á la cabalgadura.
La gente pobre que no se acordaba de la casa de Dios, encontraba en su miseria el dinero necesario para que el pariente marchase á la fosa escoltado por la burra de don Facundo y mecido en su ataúd por el vozarrón del cura. Había días en que acompañaba cinco entierros en los lugares más lejanos de la parroquia; asunto de leguas.
Porque quieren mucho al amo, y ha bastado que les dijese yo de parte de don Pablo lo de la fiesta, pa que los pobrecitos se quedasen voluntariamente sin ir a sus casas. La voz de Dupont llamando a su ilustre amigo el padre Urizábal hizo que éste abandonase al capataz, dirigiéndose a la iglesia, escoltado por don Pablo y toda su familia.
La esposa, que ignora la vida secreta de su marido, grita: «¿Qué has hecho, Federico, qué has hecho?...» El responde: «¡Mujer, calla por Dios! Vamos...» El matrimonio sale escoltado por los agentes; la niña, viendo que se llevan á sus padres, llora desoladamente. Una vecina exclama: «¡Pobre hija! ¿Qué será de ella?
Ya tendré entonces lo que me falta: el reposo eterno.... No digáis que no.... ¿Creéis que no tengo ganas de descansar...? Pero mientras llega la hora, don Eugenio siempre firme en su tienda del Mercado. ¡Comerciante hasta la muerte! Y después de repetir estas palabras golpeándose el pecho, salió del salón escoltado por las señoras.
Palabra del Dia
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