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Actualizado: 28 de junio de 2025
Así se aseguraba Doña Blanca de que su hija, renunciando al mundo, renunciaría á los bienes de D. Valentín y no podría transmitirlos á nadie. Pero Doña Blanca no quería matar á su hija. Atormentábase previamente con el remordimiento de que fuera al claustro desesperada y herida de muerte.
La madre le ofreció su delantal de hule, que él rehusó; ya tenía un pantalón viejo, destinado a perecer en la demanda, y por nada del mundo renunciaría a sentir aquella onda tibia.... Su contacto derretía no sé qué nieve de austeridad, cuajada sobre un corazón afeminado y virgen allá desde los tiempos del seminario, desde que se había propuesto renunciar a toda familia y todo hogar en la tierra entrando en el sacerdocio; y al par encendía en él misterioso fuego, ternura humana, expansiva y dulce; el presbítero empezaba a querer a la niña con ceguera, a figurarse que, si la viese morir, se moriría él también, y otros muchos dislates por el estilo, que cohonestaba con la idea de que, al fin, la chiquita era un ángel.
Cualesquiera que sean sus atractivos, son artificiales, y confieso que, por mi parte, renunciaría a adivinar lo que pasa en aquel cerebro velado, como no me arriesgaría a augurar las causas que hacen moverse a un corazón que vive bajo tan lindos atavíos. »La joven casadera es un enigma difícil de descifrar, siendo así, que yo quiero descifrar a mi prometida antes de querer a mi mujer.
Y en efecto, siento una intranquilidad tan grande en mi alma y en mi cuerpo, como si tuviera una pila de electricidad en la cabeza y otra en el corazón. ¡Dios mío, por darle un beso, aunque fuese en su lindo pie desnudo, renunciaría á todas las dichas de este mundo! Por besar su cuello blanco y perfumado me parece que daría también las del otro. Hoy hemos dado un paseo relativamente largo.
Era el grito de ¡socorro! de un ser en peligro, el ruego acongojado de un cuerpo dolorido; el mandato imperioso de la naturaleza viva que lucha con la muerte desde el comienzo del mundo. ¿Cómo algunos minutos antes desdeñaba a tal punto la vida, cuando ahora renunciaría de buen grado a todos los goces de la tierra por poseerla? No acertaba a comprenderlo.
Eneene no renunciaría, ni por la grita de la prensa, ni por la antipatía del público tornadizo, sino cuando el señor Presidente se mostrara cansado de sus servicios, y ya había para rato, pues ministro más sumiso, maleable y fiel no encontraría.
Mediante esta compensación, comprometiose a que, una vez terminado su compromiso, renunciaría a su carrera artística, y colmaría los votos del señor de Maurescamp. En los primeros días de abril de 1877, esta singular persona tuvo la idea de estrenar su casa convidando algunos de sus amigos a un almuerzo.
Hecho lo cual, me dije con heroica decisión que yo no renunciaría por él ni por todos los malagueños diseminados por el globo al amor de Gloria y que nos veríamos las caras. Sin embargo, el horizonte se presentaba muy oscuro, había que reconocerlo. Era menester comenzar de nuevo y urdir otras intrigas. Se urdirían. ¡Vaya si se urdirían!
Palabra del Dia
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