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Actualizado: 11 de septiembre de 2024
Tomó uno de ellos, y al ir a llenar los claros del impreso, se quedó pensativo, mordiendo el mango de la pluma, como poeta que no halla consonante. ¡Qué animalucho tan despreciable es el hombre! Cuando Cristeta le abrió los brazos no vaciló en poseerla, y ahora llevaba una eternidad pensando si habían de ser diez o veinte. ¡Ah, mujeres!
Muñoz, aproximándose, no perdía un detalle. Contemplándola así, en la media luz, bajo el grave silencio, durante una larga hora y sin que ella ni nadie lo advirtiesen, le parecía en cierto modo poseerla.
Saboreaba el goce del deber cumplido, cuando tras esta gimnasia de su voluntad pensaba en ella sin sentir el deseo de poseerla, una satisfacción de eunuco que contempla frío e indiferente, como pedazos de carne muerta, las desnudas bellezas tendidas a sus pies. Al principio de su vida en Madrid se creyó curado.
Y otrosí, como la Inquisición haya notado que yo no tenía al pecho su medalla, y por ella me haya pedido, y yo, no atreviéndome ni debiéndome atrever a engañar a la Santa Inquisición, la verdad haya respondido, por esto se me ha castigado con suspensión del oficio y de las preeminencias que en la Inquisición tengo, por un año; se me ha impuesto una multa de cien ducados para obras pías, y se me ha mandado que a vos venga y la medalla os pida, y os aperciba para que de ahora en adelante, y en toda vuestra vida no volváis a solicitar su posesión, que por ser vos persona extraña al Santo Oficio, y sobre todo hembra, no podéis poseerla ni aun tocarla, sin incurrir en una especie de pecado, que no es verdaderamente sacrilegio, ni deja de serlo; y que cuando os haya reprendido bien sobre esto, y apercibídoos y anunciádoos que tiene puesto la Inquisición sobre vos su ojo perspicaz y escudriñador, que todo lo ve y lo descubre, y lo juzga y lo castiga, la medalla os pida y a entregarla al Santo Oficio vaya, después de lo cual me llevarán a los capuchinos de la Paciencia, bien recomendado para que a severos ejercicios se me someta, y en rigoroso ayuno y encierro se me ponga.
11 los cuales mandaste por mano de tus siervos los profetas, diciendo: La tierra a la cual entráis para poseerla, tierra inmunda es a causa de la inmundicia de los pueblos de las tierras, por las abominaciones de que la han llenado de un extremo a otro con su inmundicia.
Sin embargo, no se descubre á sus parientes, que, llenos de gratitud por haberles perdonado la vida, prosiguen su viaje hacia un monasterio, en donde Leonarda debe profesar. Don Gil, al ver á ésta, siente inflamarse su pecho con un nuevo amor, é intenta poseerla; pero todos sus esfuerzos se estrellan en la resistencia, que les opone la piadosa monja.
Entre tanto, Ana pensaba que tal vez no había entre aquella muchedumbre que admiraba su hermosura otro más digno de poseerla que aquel don Víctor, a pesar de sus cuarenta y pico, pico misterioso.
Este genio extraordinario, sin esfuerzo, y como jugando, parece haber producido la más difícil de las formas poéticas, cuando naciones y siglos enteros se han afanado inútilmente en poseerla. Sus creaciones sin número son tan completas, tan bellas, é hijas tan legítimas de una necesidad interior, que deberíamos creer que no las produce el poeta, sino la misma naturaleza.
El temor de la destrucción por la muerte ya no le turbaba. La muerte, desde que había entrado en la vida de la eternidad, era para él incomprensible. No necesitaba bajar a la tumba para obtener esta vida eterna. Bastábale unirse de corazón a Dios para poseerla y para gozarla.
6 Porque ya Josué había despedido al pueblo, y los hijos de Israel se habían ido cada uno a su herencia para poseerla. 7 Y el pueblo había servido al SE
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