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Y al expresar mi corazón la devorante necesidad de poseerla, mi razón me gritaba severa: Es necesario que sea tu esposa. De la misma manera que no he podido describiros a Amparo, no puedo haceros comprender de qué manera la deseaba, de qué manera la amaba. La deseaba como jamás había ansiado otra mujer.

Al cabo la sierva viene al bazar y le dice que su señora no puede dormir ni sosegar, pensando siempre en la tela y anhelando poseerla; que cede, por lo tanto, y que al día siguiente, al anochecer, vendrá al bazar con mucho recato y dará por la tela el precio que se le pide. La dama acude en efecto a la cita.

En cuanto a Inés, no dudaba que existía en poder de alguien que la protegiera por encargo de los parientes de su madre; y aunque para esta creencia no tenía más dato que la relación del alucinado Juan de Dios, yo me confirmaba cada vez más en ella, fundándome en antecedentes que omito por ser de mis lectores conocidos, y en la sórdida avaricia del licenciado Lobo, carácter muy abonado para apoderarse de la joven y entregarla, mediante una buena recompensa, a quien deseaba poseerla.

Lleno de rabia invoca entonces á los poderes infernales. Aparécesele el Demonio, y le promete su asistencia, con la condición de que se obligue á su vez á entregarle su alma, escribiéndolo así con su sangre. Don Gil firma el contrato; Satanás le presenta una mujer con la forma y las facciones de Leonarda; abrázala para poseerla, y descubre entonces que sus brazos estrechan á un esqueleto.

Bien está, dijo el monarca, que siguió hablando en francés, pues aunque comprendía la lengua de su pueblo, jamás llegó á poseerla bien, ni quiso hablar lo que él llamaba idioma áspero y bárbaro. Os aseguro, continuó, volviéndose en la silla hacia el grupo de caballeros, que ó mucho me engaño ó es un venado de seis puntas, el más soberbio de cuantos hemos levantado hoy. ¡Adelante!

Una vez dueño de ella por la ley, se imaginaba que volvería á adquirir el perdido predominio y gozaría sin zozobra la dicha de poseerla. No se le pasaba por la tela del juicio volver á tratarla del modo cruel y desdeñoso que antes: la amaba ya demasiado para que esto pudiera repetirse. Lo único que ambicionaba era estrechar el lazo que los unía, hacerlo indisoluble y vivir en calma.

Y al ver que tardaba en contestar: ¿Querría usted darme a entender que tal vez pensaba en denunciar a usted, en revelar sus planes de conspiración? Yo no quiero dar a entender nada. Alejo Petrovich se perdía por esa mujer. ¿De qué modo? Por su amor, por su deseo de volver a poseerla había olvidado el deber.

Obsérvalo D. Juan, amante de Dorotea, y siente nacer en su alma rabiosos celos. En la escena siguiente nos transporta el poeta á los jardines del Alcázar, en donde se divierte la bella dama, y en donde el infante D. Enrique, que encuentra ocasión de acercársele, queda tan prendado de ella á causa de su ingenio y amabilidad, que desea poseerla á todo trance.

NOTAS: Que este suceso no es invención del poeta, sino fundado en una tradición antigua, se demuestra en la vida de San Millán, del arcipreste de Hita, publicada por Sánchez. Sobre el mismo asunto versa Las famosas asturianas, de Lope. Esta comedia del Infanzón es muy rara, y hasta ahora han sido inútiles todos mis esfuerzos para poseerla.

Era el grito de ¡socorro! de un ser en peligro, el ruego acongojado de un cuerpo dolorido; el mandato imperioso de la naturaleza viva que lucha con la muerte desde el comienzo del mundo. ¿Cómo algunos minutos antes desdeñaba a tal punto la vida, cuando ahora renunciaría de buen grado a todos los goces de la tierra por poseerla? No acertaba a comprenderlo.