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Se le hubiera creído un esqueleto animado de vida, pues se había pintado con tierra amarilla, una especie de ocre, sin duda, las costillas y los huesos. No iba armado; pero en la mano, pendiente de un bastón, llevaba un trozo de corteza de árbol, de un color y forma particular. Los chinos, al ver aquel extraño emblema, palidecieron, murmurando: ¡El wai-waiga!

La caída de aquel mundo luminoso, encantado, risueño, fue bien cruel; una de las páginas más negras que registra la historia de los hombres, ¡donde las hay tan negras!... Por lo demás dijo saliendo de su éxtasis doloroso y pasando la mano de esqueleto por la frente, yo he tomado bastante tiempo en serio esas cosas que usted cree.

Las gentes de su raza, aunque pobres, tenían su poquito de ciencia, que los gachés buscaban muchos veces. Y llamada por ella se presentó en el cortijo su comare, una gitana viejísima, que gozaba gran fama de curandera en Jerez y su campo. Después de oír a la Alcaparrona, palpó el mísero esqueleto de la enferma, aprobando todas las palabras de su amiga.

Hombres atléticos temblaban al andar, como si su esqueleto bailotease dentro de la envoltura de un cuerpo vaciado por la consunción.

En esto hay que contar con la índole, con el esqueleto espiritual, con esa forma interna y perdurable de la persona, que suele sobreponerse a todas las transfiguraciones epidérmicas producidas por la enseñanza; pero con respecto a Fortunata, ninguna de las madres, ni aun las que más de cerca la habían tratado, tenían motivos para creer que fuera mala.

Entré en el cuarto en que mi padre había muerto; todo estaba en desorden: la cama en el medio, sin colchones, como un esqueleto de hierro; los armarios vacíos.

Las obras elementales, se nos dirá, no son mas que un esqueleto; es verdad, pero tal como es, ahorra muchísimo trabajo; hallándole formado ya, os será mas fácil corregir sus defectos, cubrirle de nervios, músculos y carne; darle calor, movimiento y vida.

Ojeda la siguió con la vista. Era alta, y su enfermiza delgadez estaba disimulada en parte por lo recio del esqueleto. Las caderas marcaban su ósea firmeza bajo una falta de dril claro.

Consérvase en este mismo templo un esqueleto en el mejor estado, de una estatura colosal, ignorándose hasta la fecha su auténtica procedencia, si bien se supone sería algún militar, por descubrirse en su cuerpo un agujero de la figura de un balazo.

Más trabajo le costó todavía á Ferragut reconocer á una señora pequeña y encogida que estaba junto al poeta. Colgaban de su esqueleto flácidas adiposidades, como harapos de un pasado esplendor.