Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 5 de mayo de 2025


Mejoróseles el partido á estos dos ricos hombres, porque su vando menos poderoso, siempre temia al de Rocafort, y con la venida del infante parece que todo se habia de sosegar, y las cosas, fuera de sus lugares por la violencia de uno, volverían al suyo, y serian todos estimados según sus merecimientos, y calidades.

¿? ¿? dijo el caballero sin poder sosegar la risa. nunca has servido más que para hacer el rancho al escuadrón. El furor del fraile no tuvo límites al escuchar esto. Gritó, pateó, dio espantosos puñetazos sobre la mesa. Por último, lanzose hacia la puerta y desde su marco comenzó con descompuestos ademanes a apostrofarle.

El mayor monstruo, los celos .Calderón Este drama es una verdadera tragedia, en que domina el destino, y uno de los primeros gérmenes de esos cuadros monstruosos, creados por una imaginación impotente y ávida de lo extraordinario, que pulularon por los teatros alemanes al conocerse las obras de Calderón; pero ¡cuán profunda é ingeniosa es la idea, que nos ofrece nuestro poeta de esa fatalidad, ofreciéndola como el presentimiento del alma que penetra angustiosa en lo porvenir! Marianne cuenta á Herodes, que la ama tiernamente, cierta profecía de un astrólogo, según la cual, ella misma sería sacrificada por el mayor monstruo del mundo, y que su esposo había de matar con su puñal á la persona á quien más amase sobre la tierra. El Tetrarca procura sosegar á su esposa, y tira á la mar su puñal para hacer vana la profecía. En el mismo instante se oye un grito de dolor detrás de la escena; preséntase en ella un cierto Ptolomeo, herido por la caída del arma, lleno de sangre y clavado el puñal en la herida, devolviendo de este modo el instrumento fatídico á las manos de su dueño; Marianne tiembla, al observarlo, pero ocurren otros sucesos, que la distraen de esa temible profecía. Antonio y Cleopatra han sido vencidos por Octaviano, y el Tetrarca, auxiliar de los primeros, vencido también. Aristóbolo, hermano de Marianne, enviado por él al campo contra Octaviano, hace prisionero á su cuñado, y lo lleva ante el vencedor. Ve entonces, en poder de Octaviano, un retrato de Marianne, arrancado á Aristóbolo por el primero, y poco después, otro igual, pero de mayor tamaño, que Augusto, inflamado de amor al verlo, ha hecho copiar del primitivo. Herodes, lleno de rabiosos celos, intenta matar á Octaviano al entrar en su tienda; pero en el mismo instante el retrato de Marianne se cae, y se interpone entre uno y otro, y el puñal lo atraviesa de parte á parte. Es sorprendente el arte del poeta en mantener vivo en los espectadores, por esos diversos signos, el presentimiento de la suerte final que espera á Marianne. El puñal se queda en poder de Octaviano, y el Tetrarca es encerrado en la cárcel. Sentenciado á muerte, despacha un mensajero á Ptolomeo con una carta secreta, en la cual le encarga que mate á Marianne, en cuanto tenga noticia segura de su muerte; pero esta carta llega á las manos de Marianne, indignada con extremo de la injusta sospecha de su esposo: pide primero á Octaviano su perdón, y lo consigue, retirándose luego á sus habitaciones más escondidas, por haber anunciado á Herodes que no la verá más en su vida. Herodes, furioso por haber descubierto Ptolomeo su secreto, intenta matarlo; Ptolomeo busca su refugio en Octaviano, y lo lleva de noche, para vengarse de Herodes, al aposento de Marianne.

En este momento me ocupo de asuntos de mi ministerio replicó en tono severo el P. Gil. Pero este tono, en vez de sosegar a la joven o amedrentarla, la encrespó al parecer.

Entraron en la habitación contigua, que era la de doña Gertrudis, la cual les aseguró que por allí no había parecido casta de Menino alguna, aun cuando ella tuviese en la cabeza una verdadera pajarera que le impedía sosegar un instante; y en su consecuencia pasaron al cuarto inmediato, que era el de Marta.

Cárlos V. siguiendo la tradición de sus abuelos, así en Aragón como en los antiguos reinos de la monarquía, envió a Teruel, entre otros a Juan Perez de Escanilla, que murió en una conmoción popular que había salido a sosegar; viniendo después por orden de Felipe II D. Matías de Moncayo, Señor de Ráfales, que aparece en la historia con el nuevo dictado de presidente de Teruel.

Salté entonces de la cama para acabar de despabilarme y de sosegar con ello el agitado espíritu, y me asomé al cuarterón entreabierto. ¡Otra sorpresa!

Y se puso á repetirle gravemente algunas palabras de ensalmo en que se conjuraba á una cierta Elena, hija de rey, que escarbando la tierra del monte Olivete se había hallado los tres clavos de Nuestro Señor, para que clavase uno de ellos en el corazón de Soledad. Para que no pueda vivir, ni sosegar, ni en silla sentar, ni en cama acostar, sino que muriendo de pena me venga á buscar.

Domingo 16, corrieron á palo seco hasta las dos de la tarde. En toda la noche precedente, y parte de este dia, eran tan récios los golpes del mar, que entraban por una y otra banda del navio, llenándose todo de agua. Los sacos, cajas y arcas rodaban de parte á parte, y algunos caian sobre la gente, sin poder nadie sosegar ni parados ni sentados, ni aun echados.

Y haciéndole presente ser preciso el cebo del regalo para sosegar á los indios, respondió: que si los demas entraban en sus conquistas con regalos, él no.

Palabra del Dia

commiserit

Otros Mirando