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Lo más amargo de todo es pensar en usted... que ha de ser desdichado en este mundo, réprobo en el otro.... Artegui escuchaba entre jubiloso y compadecido. Entonces, Lucía... dijo con expresión. Entonces, usted que es bueno y rebonísimo, porque si no lo fuese yo no le querría de tal modo, me va a dejar marchar... y en caso contrario, me marcharé yo, aunque salte por la ventana.

Hoy no pude resistir la tentación: tomé el impermeable y me fuí hacia allá. Después de pasar el puente salté á los prados para atravesar el camino. Si me hubieran visto caminar con aquel temporal no lo que hubieran pensado. Mi objeto único y exclusivo era verla, aunque fuese de lejos. Me aposté detrás de un árbol y estuve esperando no cuánto tiempo. El agua me bañaba el rostro y el cuello.

Su voz de dolor y desdén vuela deshecha en las ráfagas del viento. El hijo de Peregrino el Rau hace bocina con las manos. Muchachos, vamos a largar. El viento es contrario y no llegaremos en toda la noche. Si no ocurre avería mayor. Más valía esperar. Al nacer el día acaso salte el viento. ¿En qué año nacisteisUn rayo me parta si no habéis nacido en el año del miedo! ¡A embarcar, rediós!

La costumbre de ver y oír diariamente los dichos y modales que son la moneda de nuestro trato social, es culpa de que no salte su extrañeza tan fácilmente a nuestros sentidos; mi amigo no pudo menos de abrirme el camino que el hábito tenía cerrado a mi observación.

Como la tos no cedía, sino, al contrario, agravábase de tal manera, que el pobre hombre parecía correr riesgo de ahogarse, salté del lecho para prestarle ayuda; pero ¿cuál no sería mi sorpresa, cuando salí a la galería, de hallar que no sólo cesó la tos, sino que el velador o lo que fuera, no se encontraba allí!

Sus lozanas mejillas habían perdido parte de su color y redondez, y los abundantes cabellos blancos no estaban revueltos como en otros tiempos, sino que se achataban sobre el cráneo, con indecible desolación. ¡Ah, mi pobre y bondadoso cura! Salté del tronco, corrí a la puerta, perdí mi sombrero en la carrera, y me precipité en el comedor, como una bomba. El cura se levantó sorprendido.

Si este estado de cosas continuase, ¿qué será de las Filipinas dentro de un siglo? Los acumuladores se van cargando poco á poco, y si la prudencia del Gobierno no da escape á las quejas que se concentran, puede que un día salte la chispa.

Salté del lecho, y con sorpresa que no era flor alguna, sino un pájaro que se posaba en el barandal del balcón. Me acerqué con grandísima cautela, por miedo de auyentarlo. Al principio lo tomé por un loro, pero enseguida comprendí que era de mayor tamaño. No intentaré describir su maravilloso plumaje, porque no podría hacerlo.

Corrí á la plataforma delantera y traté de descubrir las casas del poblado; pero por más esfuerzos que hice no pude percibir ni una sola vivienda, ni nada que revelase la existencia de un lugar habitado. Por fin, el tren se detuvo, y salté á tierra. ¡Qué horrible sensación!

Cuando el vapor hizo escala en Tarragona, por veinticuatro horas, para tomar carga, salté á tierra y fuí á recorrer la ciudad y los alderredores.