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Con frecuencia salía don Paco tan cargado de esta tertulia, que se proponía y casi resolvía no volver a ella o, al menos, ir poco a poco retirándose.

Poco se supo de su felicidad matrimonial hasta que Tennessee, que vivía entonces con su socio, tuvo un día ocasión de decir por cuenta propia algo a la novia, que «la hizo sonreír no desfavorablemente», retirándose ésta hacia Marisvilla, a donde la siguió Tennessee y donde pusieron casa, sin requerir la ayuda de ningún funcionario judicial.

Si me la hubieran quitado, entonces habría ido con gusto á la selva en tu compañía, firmando mi nombre en el libro del Hombre Negro, y eso con mi propia sangre. Ya te tendremos allí antes de mucho, dijo la dama bruja, frunciendo el entrecejo y retirándose. Pero aquí, si suponemos que este diálogo entre la Sra.

Los hombres graves eran buscados por el mayordomo, que a fuerza de invitaciones y ruegos conseguía meterlos en el fumadero. Se iba a formar allí por aclamación el comité organizador de las fiestas con que se celebraría el paso de la línea equinoccial. Terminó el concierto, retirándose los músicos con atriles e instrumentos, y entonces fue cuando Maltrana hizo su aparición.

Hasta la que lleva el título de Los tres blasones, obra de tres grandes ingenios , no ha de exceptuarse de mi anatema, porque es un monstruo de belleza, como las otras lo son de fealdad.................................» Así habló Villayzán, retirándose entonces los poetas.

A la misa en la capilla remozada asistía siempre Nucha, oyéndola toda de rodillas, y retirándose cuando Julián daba gracias. Sin volverse ni distraerse en la oración, Julián conocía el instante en que se levantaba la señorita y el ruido imperceptible de sus pisadas sobre el entarimado nuevo. Cierta mañana no lo oyó. Este hecho tan sencillo le privó de rezar con sosiego.

Todo lo cual dejó á cargo de Sarmiento, y un bagel pequeño, único auxilio para tan grande empresa; retirándose con las demas naves, sin haber tornado otra providencia para el fomento y subsistencia de aquellas gentes.

El suelo se humedecía cada vez más, porque el sol no tenía fuerza bastante para enjugarle después de los chubascos, cada día más fuertes y más frecuentes; las noches eran eternas, y sólo un sueño como los que últimamente dormía el de Madrid, era capaz de hacérselas pasar medio á gusto entre los silbidos del vendaval que penetraba fino y cortante por cada rendija de las innumerables que tenían las puertas exteriores del solariego palomar; las lumbradas que hacía el ama en la cocina solamente las soportaban ella y don Silvestre, acostumbrados á su calor desde la infancia: el forastero se abrasaba acercándose al fuego, y retirándose de él se le helaban las espaldas con el gris que corría en aquel inmenso páramo.

«Ya está roncando ese... dijo doña Lupe retirándose a su alcoba . ¡Qué noche va a pasar el otro pobre!». Serían las nueve de la mañana siguiente, cuando Nicolás pidió a Papitos su chocolate. Salió del cuarto con la cara muy mal lavada, y algunas partes de ella parecían no haber visto más agua que la del bautismo.

El sol iba ya retirándose, pero aún doraba las moharras de las lanzas, en la verja. Sentose Lucía por costumbre bajo el plátano, que, pelado por el invierno, ya se había quedado sin una mala hoja con que dar sombra.