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Pero el rey, cansado de tanta prueba inútil, había hecho clavar debajo del cartelón otro cartel más pequeño, que decía con letras coloradas: «Sepan los hombres por este cartel, que el rey y señor, como buen rey que es, se ha dignado mandar que le corten las orejas debajo del mismo roble al que venga a cortar el árbol o abrir el pozo, y no corte, ni abra; para enseñarle a conocerse a mismo y a ser modesto, que es la primera lección de la sabiduría

Los liberales buscaron el auxilio de Sánchez Morueta, recordándole que había peleado durante el sitio, y el millonario entregó mil pesetas para la elección. El mismo día doña Cristina, con la amplia libertad de que gozaba en el manejo del dinero, dió dos mil duros al Padre Paulí. Al conocerse en Bilbao las dos ofrendas, cayó sobre Sánchez Morueta el desprecio y la burla de ambos bandos.

Al conocerse esta fuga al día siguiente, 27 de Marzo, produjóse en la ciudad el consiguiente escándalo, viniendo á levantarse un rumor, que fué tomando cuerpo, y el cual era que el Alcaide, D. Juan de la Cruz, no fué tan sorprendido como parecía con aquella fuga, y que para dejarse atropellar había recibido de antemano más de una reluciente moneda de oro.

En lo sucesivo me aislé mucho. Menos que a nadie me correspondía a interrumpir coloquios de los cuales debía resultar la inteligencia de dos corazones muy lejos sin duda de conocerse. Iba lo menos posible al hotel D'Orsel; era tan insignificante ya el papel que yo representaba en medio de los altos intereses que allí se cruzaban que no ofrecía ningún inconveniente el hacerme olvidadizo.

Apenas nos quedamos solos... batalla. Unos increparon a otros por haber sido demasiado audaces, haciéndolos responsables del susto y los aleteos de las dos palomas inocentes. De pronto, un puñetazo... y el fumadero fue la venta del Don Quijote. Todos sentían la necesidad de pegar sin saber a quién: dos hermanos se aporrearon sin conocerse; los bocks y las copas iban por el aire.

Nace despues en un cielo muy claro, muy limpio, muy sereno, muy apacible; nace, repito, el sol venturoso que alumbra un establo de la humilde Belém; nace el astro puro que vivificó todo el ambiente y toda la tierra; nace el astro que alumbró la venida de Jesus, y el hombre, sin conocerlo ni sentirlo, va penetrando en su raciocinio, en su conciencia, en su voluntad, en su imaginacion, en su sentimiento, en su creencia, en su trabajo; sin comprenderlo, sin adivinarlo, sin presumirlo, por virtud de un espíritu que está en la mente de la Providencia, como está el aire en los espacios de la atmósfera, el hombre comenzó á penetrar en todo él, á comunicarse con él mismo en todas sus fuerzas y relaciones; comenzó á conocerse, á conocer al hombre, á conocer la naturaleza, á conocer á Dios.

El Magistral se alejó sin ser visto, pensando entonces en los años en que él también aprendía que «la verdad en la cosa es la cosa misma». Ahora le importaba muy poco la cosa misma, y la verdad y todo... no quería más que hundir el alma en aquella pasión innominada que le hacía olvidar el mundo entero, su ambición de clérigo, las trampas sórdidas de su madre de que él era ejecutor, las calumnias, las cábalas de los enemigos, los recuerdos vergonzosos, todo, todo, menos aquel lazo de dos almas, aquella intimidad con Ana Ozores. ¡Cuántos años habían vivido cerca uno de otro sin conocerse, sin sospechar lo que les guardaba el destino!

Siempre había leído que los buenos amantes, en casos análogos, hacían lo que él, seguir el misterioso imán del amor. ¡Oh!, y lo que él necesitaba era estar bien seguro de que experimentaba una pasión fatal, invencible. Averiguado esto, todas las consecuencias, fatales también, las reputaba legítimas. Ocho días después Bonis no se conocía a mismo, y se alegraba: es más, ni pensaba en conocerse.

¿Por qué quieres saber? preguntó con desaliento . ¿Qué adelantas con eso?... ¿Serás acaso más feliz cuando sepas?... Calló durante algunos pasos, y luego dijo sordamente: Para amar no es preciso conocerse. Todo lo contrario: un poco de misterio mantiene la ilusión y aleja la hartura... El que quiere saber nunca es dichoso. Siguió hablando.

La vida en Rio Janeiro, mas cara que en ninguna capital de Europa, es muy poco agradable. El espíritu de sociabilidad, léjos de irse desarrollando, no parece sino que se recoje: faltan las reuniones, los bailes, los clubs, las recepciones, todos los medios, en fin, que se conocen en Europa para verse, conocerse, hablar, discutir.