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El mayor monstruo, los celos .Calderón Este drama es una verdadera tragedia, en que domina el destino, y uno de los primeros gérmenes de esos cuadros monstruosos, creados por una imaginación impotente y ávida de lo extraordinario, que pulularon por los teatros alemanes al conocerse las obras de Calderón; pero ¡cuán profunda é ingeniosa es la idea, que nos ofrece nuestro poeta de esa fatalidad, ofreciéndola como el presentimiento del alma que penetra angustiosa en lo porvenir! Marianne cuenta á Herodes, que la ama tiernamente, cierta profecía de un astrólogo, según la cual, ella misma sería sacrificada por el mayor monstruo del mundo, y que su esposo había de matar con su puñal á la persona á quien más amase sobre la tierra. El Tetrarca procura sosegar á su esposa, y tira á la mar su puñal para hacer vana la profecía. En el mismo instante se oye un grito de dolor detrás de la escena; preséntase en ella un cierto Ptolomeo, herido por la caída del arma, lleno de sangre y clavado el puñal en la herida, devolviendo de este modo el instrumento fatídico á las manos de su dueño; Marianne tiembla, al observarlo, pero ocurren otros sucesos, que la distraen de esa temible profecía. Antonio y Cleopatra han sido vencidos por Octaviano, y el Tetrarca, auxiliar de los primeros, vencido también. Aristóbolo, hermano de Marianne, enviado por él al campo contra Octaviano, hace prisionero á su cuñado, y lo lleva ante el vencedor. Ve entonces, en poder de Octaviano, un retrato de Marianne, arrancado á Aristóbolo por el primero, y poco después, otro igual, pero de mayor tamaño, que Augusto, inflamado de amor al verlo, ha hecho copiar del primitivo. Herodes, lleno de rabiosos celos, intenta matar á Octaviano al entrar en su tienda; pero en el mismo instante el retrato de Marianne se cae, y se interpone entre uno y otro, y el puñal lo atraviesa de parte á parte. Es sorprendente el arte del poeta en mantener vivo en los espectadores, por esos diversos signos, el presentimiento de la suerte final que espera á Marianne. El puñal se queda en poder de Octaviano, y el Tetrarca es encerrado en la cárcel. Sentenciado á muerte, despacha un mensajero á Ptolomeo con una carta secreta, en la cual le encarga que mate á Marianne, en cuanto tenga noticia segura de su muerte; pero esta carta llega á las manos de Marianne, indignada con extremo de la injusta sospecha de su esposo: pide primero á Octaviano su perdón, y lo consigue, retirándose luego á sus habitaciones más escondidas, por haber anunciado á Herodes que no la verá más en su vida. Herodes, furioso por haber descubierto Ptolomeo su secreto, intenta matarlo; Ptolomeo busca su refugio en Octaviano, y lo lleva de noche, para vengarse de Herodes, al aposento de Marianne.