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De un Pinho nunca puede salir idea o acto, afirmación o negación que desarreglen la paz del Estado. Así, gordo, pacífico, colocado en el organismo social, no concurriendo a su movimiento, pero tampoco contrariándolo, Pinho ofrece todos los caracteres de una excrecencia sebácea. Socialmente, Pinho es un lobanillo. Por esto el Estado, según se dice, le va a conceder el título de barón.

Tan convenientes son para desarrollar la fuerza y la destreza del hombre sano el aire libre de la montaña y el trabajo en el campo, como propios á empeorar el estado de los cretinos el espacio estrecho y la húmeda obscuridad de la cabaña. Al lado de un hermano que llega á ser el más guapo y robusto joven, se arrastra otro, especie de excrecencia carnosa horriblemente viva.

Esta ceguedad le hace adoptar todas las responsabilidades de tan inconsiderado cariño; de paso que defiende que no hay vinos como los españoles, en lo cual bien puede tener razón, defiende que no hay educación como la española, en lo cual bien pudiera no tenerla; a trueque de defender que el cielo de Madrid es purísimo, defenderá que nuestras manolas son las más encantadoras de todas las mujeres; es un hombre, en fin, que vive de exclusivas, a quien sucede poco más o menos lo que a una parienta mía, que se muere por las jorobas, sólo porque tuvo un querido que llevaba una excrecencia bastante visible sobre entrambos omoplatos.

La vejez ayudada de la humedad, incuban en las paredes de la caña esa brillante excrecencia que buscan las dalagas entre las ruinas, adornando con ellas su pelo y sus relicarios. Los añosos y entrelazados troncos de los bacauan que forman los mangles, constituyen una sólida barrera que resguarda contra la rompiente de las olas el camino de Atimonan.

Acaso extrañe, por qué no queremos estrecharlo, algunos atrevimientos excesivos; puede considerar la especie entera poética, á que pertenecen los autos, como una excrecencia, que se halla fuera del círculo de la poesía por su mezcla singular de esa misma poesía escolástica y teosofía; pero ha de estimar, sin duda alguna, el arte infinito, que maneja y domina elementos tan heterogéneos, fundiéndolos en un conjunto harmónico.

Tòni era «hombre de ideas». Ferragut sólo le conocía cuatro ó cinco, pero duras, cristalizadas, inconmovibles, como los moluscos que, adheridos á la roca, acaban por convertirse en una excrecencia pétrea. Las había adquirido en veinticinco años de cabotaje mediterráneo, leyendo todos los periódicos de un radicalismo lírico que le salían al encuentro en los puertos.

Miraba de vez en cuando al cielo, y de vez en cuando á la tierra, para ver, ya las estrellas, ya los simones. Alejo estudiaba abogacía, lo cual le aburría mucho, y no tenía más distracción que asomarse al ventanillo de su tugurio. ¿Describiré la habitación de esta desventurada excrecencia de la sociedad? : voy á describirla.