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Actualizado: 13 de mayo de 2025


Era muy morena, la frente muy huesuda, los párpados salientes, ceja gris espesa, como la gran mata de pelo áspero que ceñía su cabeza; barba redonda y carnosa, nariz de corrección insignificante, boca grande, labios pálidos y gruesos. Era alta, ancha de hombros, y su larga viudez casta parecía haber echado sobre su cuerpo algo como matorral de pureza que le daba cierto aspecto de virgen vetusta.

Y saltando al mismo tiempo los dos, cada uno por lado distinto, encontráronse en lo más alto de su salto; chocaron los cuerpos como proyectiles y cayeron en el rescoldo, hundiéndose entre las brasas la parte más carnosa del individuo. La plazuela pareció animarse, lanzando interminables carcajadas.

Tan convenientes son para desarrollar la fuerza y la destreza del hombre sano el aire libre de la montaña y el trabajo en el campo, como propios á empeorar el estado de los cretinos el espacio estrecho y la húmeda obscuridad de la cabaña. Al lado de un hermano que llega á ser el más guapo y robusto joven, se arrastra otro, especie de excrecencia carnosa horriblemente viva.

Viven sesenta u ochenta años y no fructifican hasta los nueve. No se crea que el árbol da las nueces tales como las pone en circulación el comercio. Su fruto es una especie de albérchigo grande, de corteza cenicienta, que, al madurar, se abre, dejando ver una pulpa carnosa y rojiza que envuelve a la nuez, la cual está revestida de una membrana delgada, pero recia.

Sin ser tan blanca como una flamenca, había encontrado, no dónde, reflejos nacarados. La salud subía hasta sus pupilas en suaves arreboles rosados; su boca pequeña, redonda, carnosa, parecía una gruesa cereza que los gorriones hubiesen abierto a picotazos. Sus ojos brillaban en sus órbitas obscuras como un fuego de sarmientos en el centro de la chimenea.

Guapa... que lo estaba; con sus cabellos de oro peinados por la doncella, y una capa de menjurgos de tocador que refrescaban, con llamativa juventud, su madurez de rubia carnosa. ¿Pero... elegante?... Llevaba un traje de seda clara, con los colores algo apagados y polvorientos; una pieza magnífica que había llegado á Bilbao desde un taller de la rue de la Paix cuatro años antes, cuando ella volvía ya la espalda á las vanidades del mundo.

El hijo predilecto de la Iglesia besó con respeto la mano carnosa llena de sortijas de la prendera, y todo ruboroso balbució: Si usted me hiciese el favor de veinte duros... D.ª Rafaela sacó del portamonedas dos billetes de cincuenta pesetas y se los entregó. Después se despidió con muy cariñosas palabras.

Y por la noche, cuando el sueño aflojaba su voluntad en dolorosa tensión, la casa azul, los ojos verdes y diabólicos de su dueña, y la boca fresca, grande y carnosa con su sonrisa irónica que parecía temblar entre los dientes blancos y luminosos, eran el centro inevitable de todos sus ensueños. ¿Para qué resistir más? Podía pensar en ella cuanto quisiera; esto no lo sabría su madre.

Su juventud revelábase únicamente en la cara mofletuda, de labios carnosos y salientes, sobre los cuales la virilidad sólo había trazado un ligero bigote. El cabello se ensortijaba en la frente formando un rizo apretado, un moñete al que llevaba con frecuencia su mano carnosa.

Es de los mejores que salieron de manos de Velázquez: de tamaño natural hasta cerca de la rodilla, dibujado con seguridad admirable, construida la cabeza de suerte que se adivina la estructura ósea bajo la piel blanda y carnosa, y ejecutado libremente, en unos sitios con cuerpo de color, apenas cubierto el lienzo donde no es preciso, buscando ante todo el carácter, el alma de la forma; como regalo de un artista a otro; hecho sin miedo a que el vulgo no lo entienda y con certeza de que el interesado ha de apreciar todo su mérito.

Palabra del Dia

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