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No tiene fuego; su cumbre está violada, su entraña carcomida, perdió el Coloso vida, de tanta vida en flor, como extirpara luego, y loco de vergüenza y de arrepentimiento, va hundiéndose, va hundiéndose, la mismo que un perfume deshecho por el viento; reuniéndose; plegándose como una multitud plegárase en un templo, o como van los pájaros enfermos a su nido, para gemir: ¡Oh, Césares, miraos en mi ejemplo! para gritar: ¡Oh fuertes, yo muero arrepentido...!

Laura se dejó caer sobre ella pesadamente, aspirando con voluptuosidad el aroma fresco del heno, del tomillo, saúco silvestre y otras hierbas aromáticas que se crían en los prados de la montaña; después se levantó y se puso á dar vueltas de un lado á otro, hundiéndose hasta la rodilla. Esto le placía sobremanera, á juzgar por la sonrisa feliz que contraía sus labios.

Íbamos remolcados por El Dragón y protegidos por él, cuando el capitán cortó la amarra y comenzamos a alejarnos del barco a fuerza de remos. El Dragón siguió navegando, hundiéndose lentamente; algunas de las granadas de los ingleses cayeron en el agua a poca distancia de nosotros. Los del crucero temían, sin duda, alguna estratagema, porque iban acercándose despacio al barco abandonado.

Todo lo devoró Jacobo línea a línea, letra a letra, pasando por todas las emociones de la sorpresa: el pasmo, el rencor, la esperanza, el recelo; hundiéndose ambas manos en su crespa cabellera y apretándose el cráneo como para impedir que su atención se distrajese; oprimiendo algunos de aquellos papeles entre sus dedos temblorosos, como si quisiera indicar que eran suyos, que a él solo pertenecían, y nadie en el mundo se los había de arrebatar; a veces, deteníase un instante, cerraba los ojos y respiraba con fuerza, como si le faltase el aliento...

Veíase desde la mitad del paseo cómo se remontaba la popa cual si fuese a volar, hundiéndose después con una rapidez que angustiaba a muchos, produciendo en su diafragma una sensación de vacío. Corrían las gentes al balconaje para presenciar detrás de los cristales los asaltos del mar en cólera, un espectáculo extraordinario después de tantos días de bonanza.

En lo alto del mangle, atan un perro, cuyos ladridos bien pronto atraen al caimán; este, tan luego se halla dentro de las fuertes emanaciones de la carroña, fija en ella su voracidad, hundiéndose en el interior de su descomunal boca, las afiladas barras del anzuelo.

Su cerebro, desordenado por la fiebre, parecía girar y girar en loca rotación, y este movimiento circulatorio evocaba en su memoria confusa una imagen que la había ocupado muchas veces. Veía una rueda, una enorme rueda, inmensa como el globo terráqueo, perdiéndose su parte más alta en las nubes, hundiéndose el arco inferior entre el polvo sideral que brillaba en la negrura celeste.

El alma de la Santa es un alma hermosísima, que ella nos muestra con sencillo candor: esta es su psicología: pero, hundiéndose luego la Santa en los abismos de esa alma, nos arrebata en pos de , y ya no es su alma lo que vemos, sin dejar de ver su alma, sino algo más inmenso que el éter infinito, y más rico que el universo, y más luminoso que un mar de soles.

La mente de D. José caía en un mar de confusiones, hundiéndose más a medida que veía más objetos, ya de lujo, ya de comodidad. Iba a seguir emitiendo juicios muy filosóficos sobre aquella revolución próxima, cuando Miquis acertó a ver el piano. Verlo, correr hacia él, abrirlo, hojear los papeles de música, y dar con su dura mano un acorde en la octava central, fue cosa de un instante.

¡Mil millones de truenos! decía el contramaestre hundiéndose el capuchón hasta los ojos , ¿qué infernal viento le ha empujado? ¿Dónde está? ¡Son las diez y aun no ha venido a bordo!