United States or Greece ? Vote for the TOP Country of the Week !


Y ése es el que estáis viendo, amarrado por sus dos cables. A bordo había poca gente: el contramaestre, seis marineros y un grumete; nadie más. Los marineros estaban agrupados en los obenques o sentados sobre los afustes de los cañones.

¡Muchas gracias! repuse yo. Espérate. Aquí tienes que quedarte durante un año; no conoces a nadie y es conveniente que, en caso de necesidad, puedas dirigirte a alguien; pero te voy a contar la historia de Hortensia para que sepas a qué atenerte. ¡Demonio! Tiene historia. verás. Hortensia es vizcaína, de un pueblo próximo a Bilbao. Su padre era un contramaestre a quien llamaban el Griego.

Parecía por su aspecto la esposa masculina de alguna de las mujeres empleadas en el puerto ó de alguna contramaestre de la escuadra.

Luego le decía al piloto las brazas con que contábamos. ¿Qué fondo tenemos? preguntaba él. Yo sacaba la sonda para que viese si era arena, fango, trozos de coral o de concha. Cuando el fondo disminuía, el contramaestre subía al castillo de proa, y quedaba de guardia con el martillo en la mano, esperando la orden para dejar caer el ancla. ¡Fondo! gritaba el piloto.

Un toque de silbato particular, repetido por el contramaestre, hizo aparecer como por encanto a los cincuenta y dos hombres y a los cinco marmitones que componían la tripulación de El Gavilán, y que se colocaron en dos filas, con la cabeza alta, la mirada fija y las manos colgando. Aquellas buenas gentes no tenían el aire cándido y puro de un joven seminarista, ¡oh no!

Cuando subía a la toldilla, seguido de Old Sam, el contramaestre, que refrendaba las órdenes con los silbidos del pito, se veía a un hombre sabiendo mandar; tenía una gran precisión en sus disposiciones, y su voz áspera de marino, formada de gritar en medio del mar y de las tempestades, parecía hecha para dominar a los hombres y a los elementos.

Entre éstos vi a Marcial, que se multiplicaba gritando y moviéndose conforme a su poca agilidad, y era a la vez contramaestre, marinero, artillero, carpintero y cuanto había que ser en tan terribles instantes. Nunca creí que desempeñara funciones correspondientes a tantos hombres el que no podía considerarse sino como la mitad de un cuerpo humano.

Y empujó con el pie una vieja chaqueta de marinero, cubierta de manchas de vino y de alquitrán. ¡Es raro! dijo el contramaestre, y el guiñapo subió majestuosamente hasta lo alto de la driza. Se supone que la broma pareció un poco pesada a los de la corbeta, porque dos cañonazos partieron casi inmediatamente y las balas hicieron bastantes destrozos en el aparejo de El Gavilán.

«En un santiamén se sienta la gente marina en el suelo á la mesa, dando la cabecera al Contramaestre. Uno echa las piernas atrás, otro los pies adelante; cuál se sienta en cuclillas y cuál recostado y de otras muchas maneras.

Se fueron acercando, hasta que quedaron abrazados los dos gigantes. También don Rosendo saludó con efusión al joven; pero estaba tan preocupado con el peligro que había corrido su existencia, que al instante volvió a ponerse sombrío y melancólico. Apenas pudo contestar a las preguntas que el contramaestre le hizo, pidiéndole instrucciones por encargo del capitán.