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Nos zampamos en un santiamén Marcial y yo las sobras, y seguimos el viaje, ellos a caballo, marchando al estribo, y nosotros como antes, en nuestra derrengada calesa. La comida y los frecuentes tragos con que la roció excitaron más aún la vena inventora del viejo Malespina, quien por todo el camino siguió espetándonos sus grandes paparruchas.

Cargué la maleta, y en un santiamén Don Alonso, Marcial y yo salimos por la puerta del corral para no ser vistos; nos subimos a la, y esta partió tan a escape como lo permitía la escualidez del rocín que la arrastraba, y la procelosa configuración del camino.

Únicamente podía compararse con ellas la Culo de corcho, una gitana obesa, de ojos pequeños como si estuviesen cosidos, y gran ligereza de manos, que en un santiamén hacía desaparecer bajo sus sayas todo objeto que podía chorar. Los hombres salían a su encuentro.

Eso es lo que dices, pero lo que es á , ver y creer. Venga el zurrón. No lo esperéis. ¡Por los clavos de Cristo! ¿No sabes, rapaz, que puedo descuartizarte en un santiamén? Dado os hubiera las pocas monedas que poseo si me hubiérais pedido en nombre de la caridad. Pero amenazáis como un bandido y sabré defenderme.

El muchacho es tan ágil que, en un santiamén, en menos que se persigna un cura loco, va a enterarse de cuanto ocurre por esos mundos, y va a aprender a escape y sin la menor fatiga todo lo substancial de lo que a fuerza de seculares cavilaciones han llegado nuestros prójimos a poner en claro.

Mire usted, mire usted decía el gitano , que para eso está.... Más limpio que la patena. Aquí no se engaña á nadie: todo natural. No se arreglan los animales, como hacen otros, que desfiguran un burro en un santiamén. Lo compré la semana pasada y ni me he cuidado de arreglarle esas cosillas que tiene en las piernas.

Otra cosa sería si yo hubiese permitido al gozquecillo morderme más profundamente. ¿Pero, le han dado muerte? Todavía no. Esperamos a ver si su mordedura es nociva. ¿Y si lo fuese? preguntó Miguel con su siniestra sonrisa. Lo despacharíamos en un santiamén, hermano. ¿Pero no volverás a jugar con él? preguntó Flavia. Puede que . ¿Y si vuelve a morderte?

Claro está que afirmó Lucía . Y si usted quisiera ser franco, si usted se decidiese a... confiarme lo que así le aflige, vería cómo en un santiamén le disipaba yo esa sombra que tiene en la cara.

Levantarnos y salir por el medio de la callejuela, y luego por el centro de la calle real como almas que corre el diablo, para llegar casi sin resuello y temblando de miedo a nuestra casa, a referir lo sucedido, fue cosa de un santiamén, que asimismo nos pareció eterno.

Pero misia Gregoria no participaba de esta conformidad; cuando se repuso, apretando el pañuelo sobre los ojos hinchados, contó la historia de la desgracia. El ciclón desencadenado sobre la Bolsa había arrastrado todo, casas, tierras, depósitos bancarios... así, en un santiamén... ¡todo, todo! Lo único puesto en salvo era la estancia, que les serviría de asilo.