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Los pocos años disculpan ciertas demencias, cuando de ellas se saca el honor puro y el corazón sano. ¿Para qué me obligas a repetir lo que quiero olvidar, si sólo con recordarlo paréceme que no merezco este bien que hoy poseo, , niña mía?

Despilfarros y vicisitudes lo quisieron así. Poseo, sin embargo, lo suficiente para vivir con holgura en la esfera en que he nacido y me han educado; pero no tengo la virtud del ahorro ni otras virtudes que acrecientan los caudales. Antes, soy un poco abierta de mano, y no peco de previsora.

El original de este Reglamento, que poseo, da exacta idea de lo que eran aquellas tertulias del famoso Café del Turco, y ofrece una nota bien característica de la época en que fué redactado. La forma en que se hacía la lectura está bien expresada, pues en el artículo tercero se lee que «la pieza destinada para el efecto, es en la que antes estaba la mesa del billar.

He evocado, pues, mis recuerdos, y buscado para completarlos los detalles que han podido suministrarme hombres que lo conocieron en su infancia, que fueron sus partidarios o sus enemigos, que han visto con sus ojos unos hechos, oído otros, y tenido conocimiento exacto de una época o de una situación particular. Aún espero más datos de los que poseo, que ya son numerosos.

En todas sus facultades, virtudes, potencias y demás atributos, es siempre tuya. PROCLO. ¿Conque me amas? ASCLEPIGENIA. Te amo. Apenas supe que estabas aquí, he venido a buscarte. PROCLO. Ya no hay peligro. ASCLEPIGENIA. Lo veo. PROCLO. ¿Viviremos juntos? ASCLEPIGENIA. ¿Y por qué no? Poseo un magnífico palacio donde albergarte. Serás mi filósofo.

No sólo le impondré que en adelante os deje en paz y os respete, sino que le declararé a la vez que os he elegido por mujer y que pronto seréis mi esposa. No, Mathys, no hagáis eso; su furor no reconocería límites exclamó la viuda. Ya lo ; pero, aunque se volviera loca furiosa, poseo los medios de desarmarla. No tengáis temor; si yo se lo exijo, os pedirá perdón por su brutalidad.

Sería el más feliz de los hombres. ¿A pesar de mi coquetería y de... mis defectos? A pesar de todo, pertenezco a usted, Luciana... Mi corazón, mi vida, todo lo que poseo es de usted... Por desgracia, lo que poseo es muy poca cosa. ¿Marignol sigue viviendo? Ciertamente... y no puedo matarlo, al miserable.

Por esto último, digo a usted con franqueza, sin creer que en ello la ofendo, que tengo hoy bastantes bienes. De lo que poseo podrá informar a usted circunstanciadamente su cuñado y amigo mío don Braulio. »En cuanto a mi persona, usted me conoce y decidirá. que no la merezco a usted; pero el amor me hace atrevido, y de él imploro que me preste los merecimientos que me faltan.

Salga en carroza ufano, por la ciudad haciendo cortesías, muy á lo soberano; que yo sin estas necias fantasías, de espigas coronado, desde mi carro lisonjeo el prado. Esta quietud adoro: esta vida pacífica poséo: no la riqueza lloro: la ambicion ni la quiero ni deseo; que en las soledades son las siempre dichosas majestades.

No poseo títulos de nobleza, pero tampoco soy de origen oscuro, pues pertenezco a una familia distinguida; hace poco heredé de mi buen tío veinte mil francos de renta y su quinta de Enghien, y estas circunstancias me animan a decirte a ti, que más que amigo eres para un hermano y además estás propicio a darme reparación de las pasadas ofensas: «Amaury, ¿quieres pedir en mi nombre a tu tutor la mano de su hija Magdalena?