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La familia vese muy honrada allí: la madre amamanta con ternura, y á pesar de la cortedad de sus brazos, sin embargo, durante la borrasca, logra con ellos amparar á su hijueloLas ballenas no tienen inconveniente en viajar juntas. Antes se las veía navegando dos á dos, á veces en grandes familias de diez ó doce, por los mares solitarios.

Como el yacht continuaba navegando en popa y no había que tocar la maniobra, Cornias iba a proa sentado al borde del tejadillo del tambucho, con los brazos cruzados sobre el pecho, la cabeza algo caída, pálido el color, y los ojos completamente en blanco; porque todo su mirar era entonces hacia adentro, donde le hervían las imágenes terribles de los recientes sucesos en que le había alcanzado tan importante papel.

Iban todos armados de lanzas y de los pesados y groseros cuchillos llamados parangs, y algunos llevaban cerbatanas de bambú, destinadas a disparar flechas impregnadas del jugo extremadamente venenoso del upas. La piragua se acercaba al islote, navegando a lo largo de la playa occidental, pero con gran trabajo, pues no había agua suficiente, aunque estaba subiendo la marea.

Mas, como lo mejor y necesario Le falta, que es amor de Jesu-Cristo, Emprende de hacerse gran cosario, Y fúelo tal cual nunca se hubo visto. De su tierra salió este adversario Con armada muy fuerte, y vino listo Por nuestra mar del norte navegando, El Magallano estrecho demandando.

El armada con pena navegando, A veinte y uno de Marzo una mañana, Antes de aquella Pascua, en que llorando Buscaba al buen Jesus de Marta hermana, La tierra se descubre, y vela dando, En breve se llegò, que está cercana: Mas no se toma puerto, que buscaban A donde le tomar, y no le hallaban.

El hijo varón del Marqués había muerto en el viaje, navegando hacia América, y de la casa antigua y poderosa no quedaron más que tres señoras, á saber: la hermana y la hija del Marqués de Porreño, y la hija de su hermano don Carlos, que siguió á Napoleón, y murió, según se decía, en Praga, al volver de la campaña de Rusia. Después del triste fin de la casa, Elías siguió fiel á sus antiguos amos.

El piloto Lorenzo Fréitas y el mismo Morsamor, que en el retiro de su convento había estudiado y aprendido no poco de la náutica y de la cosmografía, conocidas entonces, no habían dejado de hacer sus observaciones y sus cálculos y sabían que habían pasado la línea equinoccial, y que iban navegando con viento favorable y con rumbo al sureste.

Recordaba sobre todo, por ser más reciente, el viaje de Juan Díaz de Solís, piloto de la Casa de Contratación de Sevilla, el cual había navegado por los mares del hemisferio austral hasta más allá de los 35 grados de latitud, sin hallar término al nuevo continente ni estrecho alguno por donde se pudiese salir navegando al mar del Sur descubierto por Balboa.

Por lo demás, Poldy no podía estar más alegre ni más satisfecha. El istmo de Suez, acababa de abrirse y ya se presentía Poldy atravesando el canal, salvando el estrecho de Bab-el-Mandeb, y navegando por el Mar Eritreo, con rumbo hacia la India, para visitar las quintas, jardines y palacios de su joven esposo.

En el medio del agua hay torbellinos, Como suele acá en tierra: y esto tanto, Que navegando algunos, los vecinos Celebran sus exéquias con gran planto, Diciendo que Caribdis está á punto, Para lo que viniere tragar junto. Aquí muchas canoas se han perdido, Y muchos en mi tiempo se anegaron. Muy mal al de la Puente ha sucedido, Y á aquellos que con él aquí bajaron.