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Y yo soy Federico de Tarlein; ambos al servicio del rey de Ruritania. Me incliné y dije descubriéndome: Mi nombre es Rodolfo Raséndil y soy un viajero inglés. También he sido por dos años oficial del ejército de Su Majestad la Reina. Pues en tal caso somos hermanos de armas repuso Tarlein tendiéndome la mano, que estreché gustoso. ¡Raséndil, Raséndil! murmuró el coronel Sarto.

La huerta se había enterado de que en la antigua barraca de Barret el único objeto de valor era una escopeta de dos cañones, comprada recientemente por el intruso con esa pasión africana del valenciano, que se priva gustoso del pan por tener detrás de la puerta de su vivienda un arma nueva que excite envidias é inspire respeto.

Pero no hay quien se consagre a esta hermosa poesía popular, tan sencilla como bella, y además sería preciso que el pueblo la aceptase gustoso, para que se pudiera generalizar y perpetuar. Pero he ahí las once y media, dijo el cura al oir el alegre repique que anunciaba la misa de gallo. Si Vd. gusta, nos dirigiremos a la iglesia, que no tardará en llenarse de gente.

Aceptó gustoso, desensilló su mula, que unió a las nuestras, puso las valijas en un punto seguro, junto al cual tendió su cama, y en seguida se acercó al fogón y sentado en una piedra empezó a charlar, siguiendo atentamente los progresos del fuego.

Pero me gusta dar a cada cual lo que merece, y no tengo todavía bastante franqueza con usted, que es caballero y hombre de mundo, para recibirle en mi casa, por primera vez, vestido de carretero. Va, pues, con usted, como ha ido antes con otros, este ceremonial; y no me lo agradezca, porque es deuda de homenaje que le rindo muy gustoso.

Don Duarte de Meneses recibió con grande aprecio al aventurero castellano que tan bien le había servido y aceptó gustoso el rico obsequio de los veinte hermosos caballos. Por aquellos días todo era júbilo en Goa, porque de Ormuz llegaron también muy buenas nuevas.

A pesar de la estrecha amistad que unía a los Hernández de Sandoval con mi familia, desde largos años, no había yo tenido ocasión de visitar ninguna de sus haciendas, aunque ellos habían pasado largas temporadas en la nuestra, situada en el centro del país; de manera que, en cuanto se ofreció la oportunidad de acompañar al hijo de la casa, Antonio, pudiendo desprenderme de mis no múltiples, pero imprescindibles quehaceres, la aproveché gustoso para ir en tan grata compañía a recorrer la finca principal de su casa, célebre por su riqueza y encantos naturales.

Leandra se enreda en vulgarísimos amores con un seductor no menos vulgar, llamado Juanito Mardura, con quien se escapa y quien la mantiene. Y, por último, Eusebio, en pago de su paterno consentimiento y beneplácito en la nada decente unión de Leandra y Juanito, acepta gustoso y lleno de gratitud el empleo de administrador de ciertos bienes que posee Juanito en un lugar lejano.

Observó también que estaba un poco más pálido que al principio, lo cual le movió a preguntarle por dos veces si se sentía mal, pero el cadete afirmó rotundamente que se encontraba admirablemente. No obstante, allá a lo último, se puso en pie, confesando que la atmósfera del café estaba algo pesada y que sería bueno dar una vueltecita entre calles, a lo cual accedió muy gustoso su compañero.

En cuanto descendió con la atención a las cosas del bajo mundo, me dijo con voz entera y mucha tranquilidad: Vamos ahora a tratar del asunto mío. Púseme gustoso a sus órdenes; rogóme que le ayudara un poco allí y salió del cuarto: llegóse al mío; metió la cabeza dentro de él; hizo lo propio en la alcoba del salón intermedio, y trancó luego la puerta de éste.