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La montonera, tal como apareció en los primeros días de la República bajo las órdenes de Artigas, presentó ya ese carácter de ferocidad brutal, y ese espíritu terrorista que al inmortal bandido, al estanciero de Buenos Aires estaba reservado convertir en un sistema de legislación aplicado a la sociedad culta, y presentarlo, en nombre de la América avergonzada, a la contemplación de la Europa.

En los demás países se sabe menos en materia de convertir el vicio en una hechicería, y ¡bendito el mármol que no rueda, cuando el rodar sólo ha de servir para llevarlo al precipicio! ¡Bendito el arrullo de la tórtola, que no sabe atraernos con la mirada venenosa de la serpiente! =Moralidad con relacion al trato civil=.

No cabe esencia, propiedades, relaciones, en lo que es pura nada: luego hay algo necesario en que estriba la verdad necesaria de esas naturalezas, propiedades y relaciones que el entendimiento concibe en las mismas cosas contingentes. Luego hay Dios; y el negarlo es convertir la ciencia en una pura ilusion. IV, cap.

Quiero que algún día se me aproxime, se coloque a mi lado, para acogotarla, para romperle a puñetazos los costillares, para convertir en polvo el andamiaje de su esqueleto. Comenzó a reír Fernando con estas palabras, pero se contuvo al notar la sincera vehemencia con que hablaba Isidro y el vaho de lágrimas que empañaba sus ojos repentinamente.

Levantada del centro para salir por el orificio en columna poderosa, se precipita en cataratas para convertir en río tumultuoso el tranquilo arroyo que corría sin ruido por las profundidades del desfiladero. Pero el nuevo río no corre solo; arrastra con él toda la madera amontonada en el depósito lacustre.

17 Porque él irá delante de él con el Espíritu y virtud de Elías, para convertir los corazones de los padres a los hijos, y los rebeldes a la prudencia de los justos, para aparejar al Señor un pueblo preparado. 18 Y dijo Zacarías al ángel: ¿En qué conoceré esto? Porque yo soy viejo, y mi mujer avanzada en días.

Lorenzo escuchaba el diálogo de Melchor y Ricardo mientras observaba el campo con la cabeza apoyada en la mano derecha, y al escuchar las últimas palabras de Melchor se volvió hacia éste, diciéndole: ¡Pareces un apóstol en pleno paganismo! Bien puede haber de las dos cosas replicó Melchor, y más que fecundo me resultaría este viaje si él me hubiera de servir para convertir a ustedes.

Tres minutos después, nueva edición, más áspera aún, si es posible. ¿Qué hacer? Me incorporé en el lecho, me orienté un momento y lancé el brazo a vagar por la oscuridad en la esperanza de que chocase con el cuello del maldecido animal, lo que me permitiría convertir mis dedos en un garrote vil.

Vamos, quieres convertir a tu mujer en perrita. Dilo francamente. Y abrazándole repentinamente, y besándole con frenesí en los ojos, en las mejillas, en la boca, en la barba, le repetía sin cesar: ¡Dilo francamente! ¡Dilo francamente, pedazo de oso!... Esta boca es mía, y la beso. Esta barba es mía, y también la beso. Este cuello es mío, y lo beso. Estos brazos son míos, ¡míos! y los beso.

Consentía de mala gana en las salidas al caer la tarde, que él aprovechaba para convertir en harén el sotabanco de Carola; pero de noche no le permitía poner el pie en la calle.