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Actualizado: 15 de mayo de 2025


Ahora salen... , , ahora salen... Mire V. cómo el coche se aprosima... Vamos a acercarnos un poco pa ver salir el reo. ¡Ya empiezan esos malditos a echar a rempujones la gente! Mire usted, mire V.; ya asoma la comitiva. En efecto, los guardias de orden público hacían esfuerzos para despejar las avenidas de la cárcel. En la muchedumbre se engendró un movimiento tumultuoso de vaivén.

El mar del Norte, tumultuoso y amenazante en la costa de Ostende, se ostenta con majestad como una inmensa onda de plata pronta á inundar las comarcas flamencas.

YO tengo un aborrecimiento absoluto a los borrachos: me parecen larvas, ex hombres, gárgolas, algo grotesco, monstruoso y terrible a la vez. Sin embargo, mis grandes admiraciones literarias van hacia los poetas borrachos. Es mi espíritu, lo más hondo, tumultuoso y atormentado de mi espíritu, lo que comprende la absurdidad de los borrachos, aunque mi yo superficial, el hombre social, los deteste.

Yo mismo, confieso mi vicio: me gusta una copa ofrecida por los amigos... Es la enfermedad de la tierra. El revolucionario, arrastrado por el curso tumultuoso de sus pensamientos, olvidaba el vino para arremeter contra otro enemigo: la resignación ante la injusticia, la mansedumbre cristiana de los desgraciados.

Levantada del centro para salir por el orificio en columna poderosa, se precipita en cataratas para convertir en río tumultuoso el tranquilo arroyo que corría sin ruido por las profundidades del desfiladero. Pero el nuevo río no corre solo; arrastra con él toda la madera amontonada en el depósito lacustre.

Old no entendió a qué se refería. Milk agregó: Hay muchos piques. Esta vez el cachorro comprendió. Y repuso por su cuenta, después de largo rato: Hay muchos piques. Callaron de nuevo, convencidos. El sol salió, y en el primer baño de luz, las pavas del monte lanzaron al aire puro el tumultuoso trompeteo de su charanga.

Es un río americano que corre tumultuoso, arrastrando troncos, detritus, arenas y peñascos...». En fin, largo sería seguir al autor en estos retratos, género literario en que evidentemente descuella. Me he detenido en este punto, porque parece que ahí se revela una nueva faz del talento del señor Cané.

Uno de ellos, reo de dos muertes, y que en el tumultuoso desórden de la doctrina de Tatasi habia tomado y maltratado á su cura dentro de la iglesia, con fuertes golpes, y por varias veces le habia puesto el cuchillo á la garganta para degollarle, amaneció muerto el dia que se habia de verificar en su persona el último suplicio, de lo que inmediatamente se dió parte al Comandante, quien la tarde antes le habia tomado la declaracion, sin notarle indisposicion alguna: y creyendo que aquel accidente le nacia de algun efecto de desesperacion ó de descuido, mandó se le reconociese; lo que egecutado, le hallaron el brazo y mano con que habia cometido el sacrilegio, enteramente descarnado el hueso, como si fuese de un esqueleto de muchos años, y la manga de la chupa llena de gusanos: de todo lo que enterado Reseguin, dispuso se colgase en la horca, y que el cura explicase al numeroso concurso que estaba presente, el orígen y las causas de aquel portento.

Al poniente se extienden las risueñas planicies del canton de Lucerna y las hoyas del Reuss y el Aar, cuyas ondulaciones les dan el aspecto de un mar de pálida ó amarillenta verdura. Por último, al oriente se desarrolla el cáos tumultuoso de los Alpes de Glaris, Appenzel y los Grisones, descollando hácia el S.-E. las mas gigantescas neveras.

Esa noche, el alma del mancebo irguiose en el delirio. Costole mucho dormirse, y su sueño fue un tumultuoso desfilar de triunfos, de tesoros, de mujeres enjoyadas y lúbricas.

Palabra del Dia

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