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Mantuviéronse los rebeldes sin hacer movimiento lo poco que quedaba de aquel dia y toda la noche siguiente, poro fué insufrible su algazara.

Al dia siguiente, que se contaba 11 de Mayo de 1781, salieron los rebeldes de sus campamentos á la misma hora que en el antecedente, y siguieron igual método en los ataques.

La acción es del reinado de Alfonso VIII de Castilla, que, por espacio de siete años largos, tuvo relaciones amorosas con una judía de Toledo. El drama comienza suplicando Raquel al Rey que derogue el decreto desterrando de España á los judíos; pinta después el amor naciente y siempre más intenso de ambos, y termina con la muerte de Raquel por los rebeldes castellanos.

14 Convertíos, oh hijos rebeldes, dijo el SE

Tolerando siempre los insultos de los rebeldes, y las repetidas amenazas de sorprender al ejército, llegó á las inmediaciones del pueblo de Quiquijana, despues de haber sufrido en todo el camino algun fuego de su artilleria y fusileria.

El hacer el viaje de San Luis á Guantánamo en el tren era cosa en extremo peligrosa, pues raro era el día que los rebeldes no lo tirotearan ó quemaran un puente, una alcantarilla, y hasta alguna estación.

Se practicó este movimiento con tanto órden y destreza militar, que logró eludir la cuidadosa vigilancia con que le observaban los rebeldes, los cuales quedaron sorprendidos á las primeras luces del dia siguiente, por no saber el como, y por donde se habia desaparecido Reseguin.

El día 10 salió nuevamente el comandante Castillo en persecución de Lacoste, quien según confidencias se encontraba internado en Yateras, lugar que se encuentra en el centro de unas cordilleras de montañas inaccesibles, y al cual solo puede llegarse dando enormes rodeos por infernales caminos. Desde que la columna Castillo entró por el lugar llamado Boquerón, comenzó el tiroteo de los rebeldes.

El proceso había marchado de prisa: el castigo era urgente para que las personas de bien se tranquilizasen. La entrada de los trabajadores rebeldes se abultaba al transcurrir el tiempo, como una revolución llena de horrores. El miedo hacía enmudecer.

Algunas concibiendo mejor modo de subsistir en Arequipa, se dirigieron á esta ciudad; pero la mayor parte no quisieron apartarse de su Comandante Orellana, con el honroso designio de sacrificarse por el servicio del Soberano, en las operaciones que se emprendiesen posteriormente contra los rebeldes.