United States or French Southern Territories ? Vote for the TOP Country of the Week !


Pero la astuta moza, que sabía contenerse, cuando era por su bien, se reprimió, y cambiando el tono, y el estilo se disculpó, disimuló el enojo, y dijo que todo estaba perfectamente, y que ella misma pediría la soldada, y se iría tan contenta, no a la fonda, sino a otra casa; una proporción que tenía, y que no podía decir todavía cuál era.

De las burradas que hice, de las atrocidades que dije aquella mañana en su casa de usted. También a ella le pediría perdón si la viera... Me porté mal, lo conozco. Yo no guardo rencor a nadie... digo, no se lo guardo a ella, porque...

Decía un amigo mío que á ser posible volver á nacer y tener el derecho de petición, pediría á Dios nacer indio, pero indio puro, de sementera. Fundaba su deseo en la observación que había hecho de este país en su larga permanencia en él y en el trato y conocimiento de las costumbres del indio.

No se nos ha pasado por la tela del juicio dárselo, por supuesto; pero si se lo diéramos, se quedaría con ello, y pediría en seguida a otra persona. Ayer, cuando me vino con la embajada de meter la cama de usted en mi cuarto, estuve a punto de incomodarme de veras y dejar la casa. Hubiera usted hecho bien. Si usted se incomoda de veras, le deja en paz a escape.

«Abnegación, tu nombre es mujer». Pero yo, que no soy más que un hombre, tengo la quisquillosa susceptibilidad de mi sexo... ¿No pediría usted entonces la mano de una heredera? preguntó la joven valientemente. El capitán bajó los ojos para huir de la clara mirada fija en la suya, y respondió con acento ahogado, pero firme: No, señorita. Hubo un instante de silencio.

Pediría a Dios que curase a aquel hombre tan bueno, a aquel modelo de los padres de familia... «¡Cuánto siento que no pueda usted venir esta noche a mi casa!... De seguro estará la reunión muy brillante, y en cuanto al buffet será de lo más espléndido... Ya, ya le contaré a usted cómo... Hay para rato».

Tomando pie de aquí, continué yo explorando la calidad y el tamaño de sus ambiciones de mujer; y de cuadro en cuadro y de supuesto en supuesto, fui a parar a que en respuesta a otra pregunta mía, me dijera: Pues con toda verdá de la mi alma, y así Dios me castigue si le miento: como deseos, por decir propiamente deseos de mujer moza, vamos, lo que yo pediría, puesta a pedir, tocante a ese particular, es una vida como la que ahora llevo.

El proyecto era el siguiente: Se le pediría a Belarmino que viniese a una casa cualquiera y explicase en breves palabras su sistema filosófico. Convenientemente encubierto, se le colocaría al lado el fonógrafo, y se impresionarían uno o dos cilindros con la disertación de Belarmino.

Pero cuando estuviésemos casados, ya sería otra cosa; entonces todos los besos que se me antojaran, aunque sospechaba que no se los pediría con tanto ardor como ahora. Estábamos próximos ya a su casa. Los carruajes de la gente que volvía de las tertulias, al cruzar a nuestro lado, apagaban la voz de Teresa y la obligaban a esforzarla un poco.

Y en fin, si aun interviniendo este milagro, se dignara ofrecerme esa mano por la que yo daría mi vida, pero que jamás pediría ¿sería dichosa nuestra unión? ¿No debería yo temer tarde ó temprano en aquella inquieta imaginación el sordo despertar de una mal sofocada desconfianza? ¿Podría evitarme yo mismo una cavilación penosa, en el seno de una riqueza prestada? ¿Podría gozar, sin malestar, de un amor infestado por un beneficio?