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Actualizado: 25 de julio de 2025
Era tan corto de vista... Inquieto, sin embargo, se levantó y fué a hablar con míster Robert, procurando dar la espalda; ambos se enredaron en una discusión política de tono muy subido. Si aquí no hay opinión, ni energía, ni principios, ni nada, ni quien se levante y se ponga en frente del gobierno. Nos hace falta un hombre, como a Diógenes, míster Robert.
Rita era la única mujer que su primo Rafael Arias había amado seriamente: no con una pasión lacrimosa y elegiaca, cosa que no estaba en su carácter, el más antisentimental que entre otros muchos resecó el Levante indígena, sino con un afecto vivo, sincero y constante.
Levanté los ojos y me pareció reconocer en la joven el porte elegante y gracioso, la fisonomía encantadora de mi linda bailarina, de la señorita Cecilia D'Ortlies: mis dudas se convirtieron en certeza cuando divisé, algunos pasos detrás de ella, a una mujer que, provista de un álbum y del indispensable lápiz, escribía al mismo tiempo que andaba.
Levanté los ojos. Había enrollado alrededor de su frente un espeso follaje de robles y se hallaba parada sobre el dolmen, ligeramente apoyada sobre un haz de tiernos árboles; bajo la media luz de la enramada, su blanca vestidura tomaba el brillo del mármol, y sus pupilas chispeaban con un fuego extraño, en la sombra proyectada por el relieve de su corona. Estaba bella y creo que ella lo conocía.
Martín la ha llevado a vuestra tienda. ¿Cómo ha sucedido eso? ¿cómo ha sucedido? Desde hacía un momento notaba yo que se había puesto pálida y silenciosa; y, al preguntarle qué tenía, me dijo que le dolía el pie. A pesar de eso, no quiso sentarse, y de repente se desmayó en medio de la sala. ¿Y entonces, entonces, qué? La levanté y la llevé en seguida a su sitio mientras mandaba buscar a Martín.
Todas mis inquietudes desaparecieron al verle; no quise en manera alguna interrumpir su diversión de aquella noche. Al día siguiente me levanté temprano, con la impaciencia de ver a mi hijo, y preocupada por el efecto que le había de producir mi visita, y el temor de encontrarle delicado, poco dispuesto para venirse conmigo, o acaso enredado en algún mal negocio.
Era tiempo de velar por mí; ¡pobre desheredado como soy! Dirigíame tales consejos en este lugar solitario, y no hubiera sido absolutamente necesario venir aquí para dirigírmelos, cuando un murmullo de voces me sacó repentinamente de mi distracción. Me levanté y vi avanzar hacia mí, una reunión de cuatro ó cinco personas que acababan de desembarcar.
Suceden en la corte cosas, que el diablo que las entienda; entre ellas, me lo ha dicho el criado de la condesa, sucede que el duque de Lerma ha hecho al rey que levante el destierro al conde de Lemos. ¿Es decir, que tendremos aquí á don Fernando de Castro dentro de un mes?
Sí, y al marqués lo que le tiene con el alma en un hilo es que se levante la masa obrera. Volvió Jacinta al comedor, y el último cuento que trajo fue este: «Chico, si estás allí te mueres de risa. ¡Pobre Muñoz! El otro se ha rehecho y le está soltando unos primores... Figúrate.
Capilla de S. José y Sta. Úrsula. La erigió á levante el canónigo D. Alonso Sanchez Dávila entre la antigua de nuestra Señora de la Concepcion y una puerta, en el año 1550, tomando el tramo veintitres de la última nave principal. Capilla de la Resurreccion.
Palabra del Dia
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