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Van desapareciendo poco á poco las antipatías de raza, van suavizándose las rivalidades de nacionalidad; las corrientes de la humanidad se muestran en su curso convergentes; y si la unificacion está léjos todavía, no tan remota que el anteojo de la filosofía no la divise en lontananza.

Yo no qué sentimiento salvaje, más imperioso que nunca, me incitaba a perderme en el seno mismo de aquella extensa campiña en plena explosión de savia. Recuerdo que allá lejos divisé a los seminaristas desfilando dos a dos a lo largo de las setas floridas, conducidos por viejos sacerdotes que al tiempo que caminaban leían sus breviarios.

Pronto divisé un grupo de niñas de su misma edad que se aproximaba; en el centro venía una completamente enlutada, morenita, con grandes ojos negros y profundos que debía de ser la causante de los temores de Asunción. Luisa se levantó a recibirlas y echó una carrerita para cambiar con ellas buena partida de besos cuyo rumor llegó hasta mis oídos. Asunción no se movió.

Protegido por sus sombras salí á todo escape, y, á la luz de las estrellas, divisé mi borrico, que comía allí tranquilamente, atado á una encina. Montéme en él, y no he parado hasta llegar aquí... Por consiguiente, señor, déme V. los mil reales, y yo daré las señas de Parrón, el cual se ha quedado con mis tres duros y medio.

En Palencia permanecí dos horas; de modo, que sólo vi la Catedral. Estaba ya cerrada; pero pude admirar desde luego su gracioso conjunto, que es una especie de fortificación como la de Almería, con dos fachadas del más puro estilo gótico. Ya me retiraba, muy pesaroso de no haberla visto por dentro, cuando divisé al sacristán, que abría un postigo y penetraba en el templo.

Pronto divisé un grupo de niñas de su misma edad que se aproximaba; en el centro venía una completamente enlutada, morenita, con grandes ojos negros y profundos que debía de ser la causante de los temores de Asunción. Luisa se levantó a recibirlas y echó una carrerita para cambiar con ellas buena partida de besos cuyo rumor llegó hasta mis oídos. Asunción no se movió.

Yo corro más y más, y la nube, vencida del cansancio, comienza a vacilar en los cielos, dobla su altiva cresta y busca apoyo sobre una roca. Cuando volví la cabeza, un horizonte entero nos separaba; pero sin embargo divisé la nube, y sobre su faz leí lo que pasaba en su corazón.

Penetré en el arco, y escritos sobre las anchurosas paredes y sobre las altísimas bóvedas, divisé los nombres de noventa y tantas victorias, además de las representadas en los bajo-relieves del frontis, de trescientos ochenta y cuatro generales, y de varios cuerpos de division que tomaron parte en las guerras de la Revolucion y del primer Imperio.

Repartía el cogulla a diestro y siniestro golpes de cuchara, y ellos se aporreaban para quitarse la ración, y entre manotadas y coces iban logrando la parte correspondiente, para retirarse después a un rincón, donde pacíficamente se lo comían. Yo les miraba con lástima, cuando divisé en el hueco de una puerta una figura que me hizo quedar perplejo y aturdido.

No podían llegar más a tiempo dije. Oculte usted la luz de la linterna. La puerta tiene una rendija, ahí. ¿Los ve usted? Apliqué el ojo a la puerta y divisé vagamente tres hombres al pie de la escalinata. Monté el revólver y Antonieta posó su mano sobre la mía. Podrá usted matar uno de ellos murmuró. ¿Y después? ¡Señor Raséndil! oímos decir, en inglés y con perfecto acento. No contesté.