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Actualizado: 15 de julio de 2025


La procesión no tenía armas. La supuesta debilidad del Gobierno se había trocado en inquebrantable firmeza. Algunos empezaron á desertar, desfilando por la calle de Milaneses y la plazuela de San Miguel. El retrato descansaba en tierra y se movía adelante y atrás, poco seguro en manos de sus portadores.

La ordenada turba de monagos, clérigos, cofrades, archicofrades y penitentes seguía desfilando. La gorda y su hermano se hacían lenguas cada vez que pasaba un estandarte, una cruz. El codo de Lázaro tocaba el codo de la devota, y ésta tenía cruzadas las manos, y la cabeza inclinada á un lado, porque sin duda le halagaba el suave roce de las adelfas.

A partir del remoto abuelo cosaco, que casi se convertía en esposo legítimo de Catalina la Grande, iban desfilando generales, mariscales de palacio, halemanes seguidos por sus mesnadas de jinetes medio salvajes, príncipes y embajadores. La mujer de sir Edwin hablaba como si perteneciese á la familia reinante, dando á entender que su famoso abuelo había intervenido en la formación de algún zar.

Varios pajecillos pasaron moviendo altos abanicos de plumas blancas para que ningún insecto viniese á molestar á los cinco magistrados supremos de la República. Después fueron desfilando éstos uno por uno, pero no á pie, sino en cinco literas llevadas á hombros por hijos de personajes influyentes, pues tal honor representaba el principio de una gran carrera administrativa.

Fue preciso variar el itinerario y bajar por la calle de Carretas a tomar la del Arenal. Cuando los soldados atravesaron la Puerta del Sol, nadie les hizo caso. La escena fue rápida y triste: a una parte alegría, voces, trallazos y ómnibus tomados por asalto: al otro lado, el batallón desfilando entre dos hileras de vagos, vendedores y curiosos.

Robledo, que pasaba á caballo entre los grupos, adivinó por algunas palabras sueltas la cólera que empezaba á conmoverlos. Precisamente en aquellos momentos la expedición iba desfilando ante la antigua casa de Pirovani. Las mujeres eran las que se mostraban más furiosas y lanzaron los primeros gritos agresivos mirando las ventanas del edificio. ¡Muera la Cara Pintada! ¡Muera la gran...!

En este estado se dejaron ver los rebeldes por la parte de Chucuito el dia 9 de Abril de 1781, y hasta la mañana siguiente fueron desfilando para ocupar las montañas inmediatas que dominan á Puno. Habia Orellana aumentado algunas defensas para resistirlos.

Pero las mujeres estaban rendidas: no tardaron en hablar de su casa; se inició la retirada por la vieja Cardenala y poco á poco fueron desfilando casi todos. No quedaron en la tienda más que los borrachos empedernidos, el señor Rafael, el maestro carpintero, el Cardenal y otros cuatro ó cinco convidados.

Por fin, a eso de las cuatro fueron desfilando, teniendo la desposada que oír los plácemes empalagosos que le dirigían, confundidos con bromas de mal gusto, y contestar a todo como Dios le daba a entender. La tarde pasola Maxi muy mal; le dieron vómitos y se vio acometido de aquel hormigueo epiléptico que era lo que más le molestaba.

Yo no qué sentimiento salvaje, más imperioso que nunca, me incitaba a perderme en el seno mismo de aquella extensa campiña en plena explosión de savia. Recuerdo que allá lejos divisé a los seminaristas desfilando dos a dos a lo largo de las setas floridas, conducidos por viejos sacerdotes que al tiempo que caminaban leían sus breviarios.

Palabra del Dia

godella

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