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Tanto la organización de las galleras como las reglas y prescripciones del juego, están consignados en un reglamento á que se sujetan sin comentarios los tahúres como allí llaman á los más asiduos y empedernidos concurrentes á aquellos sangrientos gallicidios.

Pero debemos compadecer y amar á los pecadores, aunque éstos sean de los más empedernidos y rebeldes. ¿Pero qué ha hecho? repitió Clara, haciendo un gran esfuerzo para disimular su turbación. No lo punto por punto; pero son cosas tan horribles.... Ha hecho lo que otros tantos desvergonzados que andan por ahí. Esta sociedad está perdida.

Resistíose el infeliz á esta bárbara egecucion, así por los cariñosos ruegos de la madre, como por los tiernos sollozos de los hijos, sin que bastase tan compasivo espectáculo á enternecer los corazones empedernidos de aquellos tiranos, que se resolvieron degollar al padre, y á los hijos á vista de la madre, por mas diligencias y lágrimas que empleó para libertarlos, y habiendo abortado con el dolor y susto, acudieron rabiosos á examinar el feto, y hallando que era varon, le quitaron la vida, antes que espirase naturalmente.

Para que haya un Régulo es menester que haya cartagineses; para que haya un sabio que beba tranquilo la cicuta es menester que haya jueces inicuos que por odio a sus discreciones y sabidurías le condenen a beberla, y para que haya mártires que se dejen desollar o que se dejen asar a fuego lento en unas parrillas es menester que haya tiranos tan empedernidos y atroces, que los manden desollar o asar porque no se prestan a adorar los ídolos o por otra tontería por el estilo.

Recordaba en él las milagrosas historias con que su madre le adormecía por la noche; el gran prodigio de un siervo de Dios para burlar sobre aquellas aguas los empedernidos pecadores. San Raimundo de Peñafort, virtuoso y austero monje, indignábase contra el rey don Jaime de Mallorca, torpemente amancebado con una dama, doña Berenguela, y sordo a sus santos consejos.

Los criminales debían de ser bien empedernidos a juzgar por la absoluta indiferencia con que recibieron aquellas siniestras palabras pronunciadas con acento patético. Cada cual se retiró sosegadamente a su departamento y reanudó su tarea, como si la terrible espada de Némesis no estuviese aparejada a segarles el cuello. Los banqueros se miraron entre risueños y coléricos.

¡Boooletos! gritó el jefe de tren, con innecesaria voz de trueno, cual si su autoridad se fundara acaso en eso, como la de los discutidores empedernidos que gritan demasiado, porque ignoran que no se gana la razón por la altura de la voz sino por la del concepto, como ignoraba aquél que para obtener las boletas pedidas le bastaba la gorra y el sacabocados.

Los jóvenes bogotanos comparan un mosaico a un concierto clásico a puerta cerrada... y son capaces de montar a caballo y largarse a la hacienda al menor anuncio de un festival semejante. Pero ya he dicho que los jóvenes allí son unos escépticos empedernidos, que no creen en nada, ni aun en las dulzuras de la rima con te.

El jesuita y el republicano encuentran allí la misma hospitalidad para sostener su respectiva causa; y por mas que algunos reaccionarios empedernidos, ó algunos graves meticulosos, pretendan limitar ó perturbar la libertad de la prensa, la nacion siente que esta preciosa garantía hace parte integrante de su existencia.

Pero las mujeres estaban rendidas: no tardaron en hablar de su casa; se inició la retirada por la vieja Cardenala y poco á poco fueron desfilando casi todos. No quedaron en la tienda más que los borrachos empedernidos, el señor Rafael, el maestro carpintero, el Cardenal y otros cuatro ó cinco convidados.