United States or Jamaica ? Vote for the TOP Country of the Week !


Estas dos cifras hablan muy alto en favor del estado intelectual de España: fíjense bien los que pretendan hablar de nuestro pais en esas dos estadísticas, que son las que mejor traducen el estado intelectual de un pueblo. El número de periódicos políticos y literarios de todo género que se publicaban en España en 1856 fué el de doscientos ochenta.

Al menos eres lógico: aplicas a la casa la misma política que defiendes para el país. Luego os indignaréis de que sacerdotes como yo quieran traer piedad a las familias, y de que hombres como los que luchan lejos de aquí pretendan aniquilar a la revolución, que vomita blasfemias y engendra delitos. ¡Traer piedad a las familias! ¿Acaso sabéis lo que es familia?

Un periódico, y no por cierto un periódico aliadófilo, hablando del destrozo de Alemania, decía: «Es inútil que los alemanes pretendan protestar. ¡Que lloren como mujeres lo que no han sabido defender como hombres!...» Parece, sin embargo, que los alemanes no lloran como mujeres lo que no han sabido defender como hombres. Antes bien, lo bailan, lo cantan y lo beben con gran regocijo.

Interior de la Iglesia de San Jerónimo. El salón dorado. Una cabeza de una inglesa. No se conservan bocetos que puedan indudablemente considerarse de Velázquez aunque los escritores extranjeros mencionen muchos y los coleccionistas pretendan poseerlos.

El jesuita y el republicano encuentran allí la misma hospitalidad para sostener su respectiva causa; y por mas que algunos reaccionarios empedernidos, ó algunos graves meticulosos, pretendan limitar ó perturbar la libertad de la prensa, la nacion siente que esta preciosa garantía hace parte integrante de su existencia.

Con los escultores ocurrirá lo propio, cuando pretendan superar por nuevos senderos a Fidias y a Praxíteles. Y los pintores, si ambicionaran ser entre sus contemporáneos príncipes o reyes de su arte, como ya lo fueron en otra edad Rafael, Velázquez y Rembrandt, caerían en los amaneramientos más disparatados.

¡Obcecado! ¡obcecado! exclamó Tristán con voz enronquecida ya por la ira . No hay chismes, no hay malintencionados. Yo no puedo creer que tengan mala intención ni pretendan engañarme mis propios oídos. A la postre todo se descubre. Para quien no procede con lealtad el mundo es transparente.

Nietzsche gusta en cierto modo de la libertad, pero detesta la igualdad y considera ridículo que los hombres pretendan ser iguales, ni siquiera ante la ley, ni ante la justicia, ni en una vida futura y ultramundana en que no cree, ni ante un Dios cuya existencia niega.