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Actualizado: 23 de julio de 2025


No hay peor calamidad que ser amigo de coleccionistas». Estupiñá, que en aquella temporada frecuentaba el trato de Moreno, por haberle este confiado la administración de su casa de la Cava, se presentó dispuesto a llevarle todo el contenido de las tiendas de Madrid para que escogiese.

Tal ha sido el fin de la dotación del generoso caballero Don Andrés Vandorne. Coleccionistas antiguos

Lo que importa es poseerlos para pasar ante el vulgo de levita por opulento y por culto. No fueron éstos los estímulos de los antiguos coleccionistas, ni lo son tampoco á , los de los verdaderos aficionados contemporáneos.

Interior de la Iglesia de San Jerónimo. El salón dorado. Una cabeza de una inglesa. No se conservan bocetos que puedan indudablemente considerarse de Velázquez aunque los escritores extranjeros mencionen muchos y los coleccionistas pretendan poseerlos.

Le han hecho firmar un sinnúmero de tarjetas postales con «pensamientos» filosóficos y galantes para ellas y para todas sus amigas coleccionistas; le han sacado retratos con autógrafo, y ahora, terminada la explotación, no se acuerdan de él. Es un sabio de malas ideas. El abate las acapara a todas.

Para éstos se reservan todas las atenciones, todos los agasajos, todas las demostraciones de afecto. ¿Ves ese hombre gordo?, dice un marido á su mujer: tiene que ir á La Maya. ¡Ay, el pobre!, exclama con tono doliente la señora. Por lo demás, las primeras horas del viaje son bastantes divertidas, sobre todo para los coleccionistas de armas de fuego.

Unos indígenas á sueldo se encargaban de desenterrarlas oportunamente, con gran publicidad. Ahora, la moda favorecía al arte negro, y los coleccionistas buscaban los ídolos horribles de madera tallados por las tribus del interior de África.

Una vez cada seis meses entrábamos en este sitio todos juntos y elegíamos una cierta cantidad de joyas y otros artículos de valor, los cuales eran enviados, por diferentes vías, a los puntos convenientes: las joyas a Amsterdam, para ser vendidas, y los demás artículos a las grandes casas de remates de París, Bruselas y Londres, mientras otros objetos iban a parar a las manos de famosos comerciantes y coleccionistas de antigüedades.

Es un rinconcito de Madrid que debemos conservar cariñosamente, como anticuarios coleccionistas, porque la caricatura monumental también es un arte. Admiremos en este San Sebastián, heredado de los tiempos viejos, la estampa ridícula y tosca, y guardémoslo como un lindo mamarracho.

Palabra del Dia

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