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No tardaron en convencerse ambos de que sólo vivían en aquellos momentos en que se hallaban juntos. Comprendíalo ella en la radiante expresión de Jacobo, así que la veía, en la tierna expresión de su voz, en la presión suave y respetuosa de su mano.

Las negras pupilas de la brigadiera no tardaron en caer de nuevo sobre él, y detrás de aquellas pupilas se agitaba ahora un pensamiento tan egoísta y mezquino como acorde con nuestra flaca naturaleza. Aquel chicuelo que tenía delante iba a privar a su hermosa y adorada hija de una mitad de fortuna, por lo menos.

Casi en el mismo instante, fieles a la consigna, Amaury y su amigo Alberto se presentaban también en el lugar de la acción, aquél apeándose de a caballo, y saltando de su elegante cabriolé el otro. No tardaron en ponerse a discusión las condiciones del duelo. El amigo de Felipe, que estaba algo avezado a esos trotes, acortó mucho los preparativos.

Acompañados del Padre jesuita Juan de Soto, que desempeñaba el cargo de cirujano, marcharon pues solícitos los naturales de Santa-Cruz contra los enemigos de los Moxos, y no tardaron en regresar triunfantes.

Me parece que no tardaron en descubrir que el nuevo jefe era hombre de buena pasta, de quien no había mucho que temer.

Llegados al valle hallaron multitud de grupos de soldados y caballeros castellanos y franceses que fraternizaban, por entre los cuales pasaron sin que su presencia llamase la atención, y deslizándose entre las filas de tiendas no tardaron en hallarse frente á la que ostentaba el estandarte real.

No tardaron en encontrar lo que yo pedía, y, efectivamente, me enviaron una relación de cómo se había apresado la ballenera de este brick-barca sospechoso de piratería, a la altura de las Canarias, y una lista de la tripulación, en la cual se encontraban los nombres de Juan de Aguirre y Tristán de Ugarte. Que había una relación estrecha entre estas dos personas era indudable. ¿Pero cuál?

Al principio, Pomerantzev leía muy bien, con voz expresiva; pero los cirios y las flores que cubrían el cuerpo del difunto no tardaron en atraer su atención. Acabó por leer de un modo incoherente, saltándose muchas líneas. La monja se aproximó a él sin que lo advirtiese, y, suavemente, le quitó de la mano el breviario.

Poco tardaron los bailarines en bajar hacia la rectoral, cantando y atruxando como locos, y con ellos descendió Julián. El cura esperaba en la portalada misma: recogidas las mangas de su chaqueta, levantaba en alto un jarro de vino, y la criada sostenía la bandeja con vasos.

Laura miró otra vez á la mancha del brazo y otra vez levantó la vista hacia las altas montañas del horizonte. El odio y la ira que habían enturbiado sus claras pupilas se fueron disolviendo y tornaron á aparecer en ellas las purezas y hermosuras del fondo. No tardaron en nublarse de lágrimas y aun en dar paso á un torrente de ellas que le abrasaron las mejillas, refrescándole el alma.