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Llevaba muchos días sin verte; vivía fuera del hotel, en casa de la doctora, para no tropezarme con mi flirt. Y esa mañana me levanté muy triste, con un pensamiento fijo: «¡Pobre capitán!... Vamos á darle un poco de felicidadEstaba enferma aquel día... ¡enferma de ti! ahora lo comprendo.

Pero, en suma, ¿qué podrían decir? Los embustes que todos repetían en Villaverde, y ¡nada más! Cuando me levanté de la mecedora para cerrar el balcón, daban las doce en el reloj del escritorio. Allá, en el fondo del jardín, seguía cantando el trovador alado.

Llegados al puente, no encontraron más que despojos, jarcias destrozadas por el viento, un desorden, en fin, que anunciaba que aquel buque había sufrido cruelmente los efectos del levante. Pero de pronto se oyó un ruido desordenado en el sollado.

Cuando se tienen arregladas las cuentas con el Señor, no hay miedo que suceda nada malo. Nada; eso no es nada, señora. Ya verá usted cómo se cura en seguida. Yo tengo ofrecida una misa al Santo Cristo de Tunes para el día en que la señora se levante dijo Genoveva, la doncella de María.

19 Maestro, Moisés nos escribió, que si el hermano de alguno muriese, y dejase mujer, y no dejase hijos, que su hermano tome su mujer, y levante linaje a su hermano. 20 Fueron pues siete hermanos; y el primero tomó mujer, y muriendo, no dejó simiente; 21 y la tomó el segundo, y murió, y ni aquel tampoco dejó simiente; y el tercero, de la misma manera.

32 Y el soberbio tropezará y caerá, y no tendrá quien lo levante; y encenderé fuego en sus ciudades, y quemaré todos sus alrededores. 33 Así dijo el SE

Una noche, estaba yo desvelado pensando en la tristeza de Margarita, pensando cómo haría para volverla á su tranquilo estado anterior. Nuestros hermanos dormían. De improviso y en medio del silencio de la noche unas leves pisadas... las reconocí: eran las de Margarita que pasó por delante de la puerta de nuestro aposento; yo me levanté y la seguí descalzo.

Psss... bisbiseó Fidel, requiriéndome con cabezadas a que me acercase más . Levante usted el mantelillo. Levanté una punta. Descubrí abundancia de guisos y viandas, entre otras, un opulento trozo de roastbeef. Es la comida de don Guillén indicó el camarero . Si no promiscua, o promiscúa, que yo tampoco cómo se pronuncia, al menos come de carne.

Desechando, pues, toda repugnancia, deslicé la mano por debajo y levanté cuidadosamente el cuerpo inmóvil, del que cayó la cabellera, tomando la posición natural que conserva cuando nada. En esta postura la coloqué en la charca inmediata, donde se sumergió sin dar el más pequeño indicio de vida.

Por fin, a una señal de Tarlein, me levanté, ofrecí mi brazo a la Princesa y recorriendo el salón de uno a otro extremo, la conduje a una habitación contigua, más pequeña, donde nos sirvieron el café. Las damas y caballeros de nuestro séquito se retiraron y quedamos solos. Los balcones de aquella pieza daban a los jardines del palacio. La noche era hermosísima.