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Tal parece como si lo que hay de mas culto y elegante entre los excursionistas de Europa se hubiera dado cita para ir á encontrarse durante algunos dias de cada verano en aquel lindo sitio, que parece un pedazo de algunos de esos elegantes arrabales compuestos de palacios y quintas que se ven en los alrededores de Lóndres, Paris y Berlin.

No debe olvidarse que Lóndres se ha formado por la reunion paulatina de muchas pequeñas ciudades circunvecinas, ó distritos, á la antigua City del Tamésis, privilegiada y poderosa, que ocupa casi el centro de la inmensa poblacion actual. Así, aunque la ciudad es una sola en su apariencia, se observa una profunda diferencia entre el centro y los arrabales.

Los compañeros más abyectos eran buenos para él y más de una vez se le vio en los arrabales sentado ante un jarro de vino tinto, a la mesa de una taberna. Es muy difícil, en el siglo XIX, encanallarse con elegancia. Unicamente la corte de Luis XV intentó este esfuerzo con algún éxito.

Neptuno, gran personaje en las logias, que, despojado del tridente, la corona de algas y los simbólicos tres puntos, quedaba reducido en la vida ordinaria a un don Francisco Javier Pérez Cueto, fabricante de almidón en uno de los arrabales de la corte, entidad perfectamente desconocida para todo el mundo, tras de la cual, según opinión de algunos, ocultábase cierto personaje famoso que vivió y murió haciendo ruido.

Que Manila podía ser una segunda Venecia nadie lo ignora. Tiene en lo que constituye sus arrabales, la vida y la actividad, donde refluyen las transacciones, la riqueza y casi casi nos permitiremos decir, que el buen tono. Hoy Manila también tiene buen tono. La moda lo mismo traspasa masas inmensas de granito, como grandiosos Océanos de agua salada.

Así cayó aquel baluarte poderoso del orden, aquel varón esforzado que en sus luchas incesantes con la pillería de los arrabales tantas veces había caminado por la senda de la victoria. Levantáronlo y lo metieron en la botica de don Matías, que estaba próxima. Desde allí lo condujeron poco después al hospital. La ciudad perdió por algunos días su escudo protector. Porque ni Lucas el Florón ni Pepe la Mota podían competir en energía con

Y visto desde la playa, el mismo numeroso gentío podía compararse a un avispero, y la bandera roja a un trapo de los que los chicos cuelgan de una caña a fin de pescar ranas en las ciénagas. Para que la comitiva adquiriese unos asomos de solemnidad, fue preciso que entrase en los mezquinos arrabales del pueblo.

Esta meseta salvaje era apodada, por sus grutas, «Las Espeluncas». Algo de lo que ha visto usted en el Museo Antropológico de Mónaco: hachas de piedra, restos humanos, etc., procede de esas cavernas... Y la meseta abandonada se convirtió, en una docena de años, en la gran ciudad de Monte-Carlo, de fama mundial, dejando obscurecido y casi olvidado en el peñón de enfrente al histórico Mónaco, que no es ya mas que uno de sus arrabales.

Y allí, en la casita de los arrabales de Bruselas, Bolívar, en 1830, cuando un pueblo golpeaba a su puerta, pidiéndole que se pusiera al frente de la insurrección contra un opresor tan odiado como el español... ¿habría contestado a los belgas con la seca lógica de San Martín?

Era la miss animosa de la propaganda evangélica que recorre el globo esparciendo Biblias con fría sonrisa, sin miedo a las burlas de los civilizados ni a la brutalidad de los salvajes; pero lo que Lucy repartía eran excitaciones a la revuelta, y no buscaba a los dichosos, sino a los desesperados, en las fábricas y en los arrabales infectos.