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Aquello dijo Sabas apuntando a la tromba , ha de pasar por aquí sin tardar mucho... ¡Y en qué sitio nos coge! Estaban a la sazón en el centro de una altura, casi una meseta, desamparada por todas partes y dominada hacia la izquierda por un picacho, entre el cual y la sierra se abría la boca de una barranca profundísima.

Desde el fondo del valle se dirigió derechamente hacia el Estado Mayor enemigo, y cuando llegó delante del general hizo algunos gestos señalando al otro lado de la meseta de «El Encinar». ¡Ah, bandido! exclamó Hullin . Está diciendo que Piorette carece de defensas por aquel lado y que es preciso rodear la montaña.

Petrel se asienta en el declive de una colina, solapado en la fronda, a la otra banda del valle de Elda, dominando con sus casas blancas y su castillo bermejo el oleaje, verde, gris, azul, de la campiña. Monóvar está a la parte de acá, frente a frente, sobre una ancha meseta.

Ojeda logró establecerse firmemente a lo largo de la costa, luchando constantemente con los indígenas. Pero fué en balde su esfuerzo de conquistar el reino chibcha, situado en la meseta.

Las monedas de plata son el sucre, la peseta, equivalente a veinte centavos, el real de diez centavos y el medio real. Hay monedas de menos valor, es decir, de cinco y de dos centavos, de un centavo y de medio centavo. La capital de la nación es Quito, con unos 75,000 habitantes. Está situada en las montañas, a una altura de más de 9,000 pies, en una fértil meseta.

El olor á medida que avanzábamos era más acentuado, notando por último en la misma meseta de la prominencia, ligeros surcos impregnados de los residuos mineralógicos que arrastran las aguas. En el puente de la Princesa dimos un pequeño descanso á los caballos, y tuvimos ocasión de examinar la solidez de su fábrica.

Cuando salió el Sol, la meseta se hallaba desierta y, a excepción de cinco o seis hogueras que continuaban humeando, nada revelaba que numerosos guerrilleros ocupaban los puntos estratégicos de la sierra, ni que habían pasado la noche en aquel sitio. Hullin, sin sentarse, tomó un bocado y se bebió un vaso de vino en unión del doctor Lorquin y del anabaptista Pelsly.

Ve el mar que es siempre lo mismo, las montañas eternamente iguales, la casa que construyeron sus abuelos y que ya era vieja cuando él nació, los olivos, los peñascos... ¡pero esa ciudad que ha surgido, siendo ya él hombre, de una meseta cubierta de matorrales, horadada de cuevas, y que cada año se agranda con nuevos hoteles, con nuevas calles, con más cúpulas y torrecillas!...

Dicha carretera pasa por el Donon, a dos leguas de aquí, a la derecha. Lo primero que hay que hacer es fortificarse allí poderosamente, en el sitio más adecuado para la defensa, es decir, en la meseta, y cortar la carretera, destruyendo los puentes y llenándola de obstáculos. Varios centenares de árboles grandes, atravesados en un camino con sus ramas y hojas, valen como murallas.

Bajan por unas gradas de piedra á una segunda sección del cementerio, escalonado en la montaña. En esta meseta sólo hay tumbas á ras del suelo, losas sepulcrales guardadas por un rectángulo de cadenas ó simplemente con orlas de flores. Un instinto estético parece influir en la parquedad de los ornamentos.