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A veces la tromba os coge en la rada. En 1698, hallándose el capitán Langford en el puerto, y bien anclado, vió llegar la tromba y al momento se hizo á la vela, poniéndose bajo el amparo del mar. Las otras naves se quedaron creyendo obrar más prudentemente y fueron destrozadas. En Madrás y en la Barbada hácense señales para avisar á los buques fondeados.

Y, muy dichosa, me precipité como una tromba en el cuarto de la abuela, que está al lado del mío. Sorprendida por mi brusca invasión la abuela no puede acostumbrarse a mis modales de torbellino la encontré enredada en las bridas de su cofia de dormir, y tratando de sujetársela en la cabeza del modo que convenía a la solemnidad de las circunstancias.

Y vió á un buen mozo con uniforme de aviador, que entraba violentamente, como una tromba. No tuvo que avanzar mucho, pues la bailarina corrió á refugiarse en sus brazos. Julieta hablaba de él, momentos antes, con tristeza. Hacía seis meses que no le veía. Era imposible obtener una licencia en estos momentos. El aviador dió explicaciones, con voz entrecortada.

De improviso, silencio completo... Es que pasa furiosamente la masa de la tromba, cual rayo asolador, ensordeciéndoos, privándoos casi de la vista... Y al reponeros, observáis que ha roto en mil pedazos los mástiles, sin que lo hayáis visto ni oído.

El autor de la ruidosa alarma, el que había dado el grito, se vió sobrepasado y anulado por la tromba persecutoria que acababa de provocar.

El espectáculo de aquel taloneo angustioso e incesante me hacía mal, porque me recordaba las peripecias de la venida, y me veía, no bajo un prisma halagador, muy de helmuth y de poncho de guanaco, blasfemando contra mi bestia rehacia. Resolvimos dejarlos atrás y seguimos la marcha, cruzando Villeta como una tromba.

Tras esto seguí mi camino y me precipité como una tromba marina en el cuarto de Juno. ¡Mira! exclamé, girando con tanta rapidez sobre misma, que mi prima no podía ver más que un torbellino. Pero sosiégate, Reina me dijo ella con su calma de siempre. ¿Cuándo serás medida en tus movimientos? , tu traje te sienta. Mira, qué piececito.

Cuando hubo cerrado la carta, salió del jardín de invierno con paso algo inseguro por lo movedizo del suelo. Abrió una puerta de gran espesor, semejante a un portón de muralla, y tuvo que llevarse una mano a la gorra al mismo tiempo que le envolvía una tromba glacial. Se vio en uno de los paseos del buque.

En las primeras semanas, Roseta veía con cierto terror la llegada del anochecer, y con él la hora de la salida... Temiendo á las compañeras que seguían su mismo camino, entreteníase en la fábrica algún tiempo, dejándolas salir delante como una tromba, de la que partían escandalosas risotadas, aleteos de faldas, atrevidos dicharachos y olor de salud, de miembros ásperos y duros.

En 1822, al contrario, en las bocas del Bengala, vióse á la tromba durante veinticuatro horas, aspirar el aire y subir el agua otro tanto, tragándose cincuenta mil seres humanos. Ahora, el aspecto cambia. Nos encontramos en Africa. Allí, llámase tornado á la tempestad. Estando la atmósfera calmosa y despejada, se siente cierta opresión en el pecho.