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Comenzaba á acostumbrarse á la atmósfera de la taberna, encontrando cada vez más graciosa la «porfía». Hasta Pimentó le resultaba un hombre notable... á su modo. Uno de los Terreròla perdía terreno visiblemente. Dos días de aguardiente á todo pasto, con sus dos noches pasadas en turbio, empezaban á pesar sobre él.

Otros dos o tres vigorosísimos que dio Germán con todo su cuerpo sobre una de las hojas hicieron girar a esta lentamente, dejando escapar una bocanada de viento húmedo: el interior estaba oscuro. Espere usted aquí dijo Currita con cierto airecillo de miedo. Y adelantóse ella con las manos extendidas para no tropezar, cerrando los ojos un momento para poder acostumbrarse a aquellas tinieblas.

Entonces le acompañó Clara, que no pudo separarse de sus pobres amigas sin llorar mucho, ni pudo acostumbrarse tampoco á mirar cara á cara á su protector, porque le daba mucho miedo.

Sin embargo, el hijo se divierte y esto la consuela un tanto. Todo cambiará, señora. Fortalézcase usted. La impresión será bien distinta cuando, conociendo mejor el mar, lo vea tan poblado. La penosa constricción que usted siente en el pecho desaparecerá por el hábito: debe acostumbrarse á ese aire fresco, pero salado y acre, que lo menos que hace es refrescar.

Tardó mucho en acostumbrarse a contemplar con ojos enjutos y corazón tranquilo, la soledad y el silencio de aquel gabinete en que tantas caricias y tan repetidos testimonios de entrañable amor había recibido del doliente octogenario. De todo lo cual se deduce que quería de veras a su abuelo.

Los que vivían lejos del frente deseaban la paz con más impaciencia que los que arriesgaban su vida en él. Habían acabado por acostumbrarse al roce con la muerte. La guerra duraría lo que fuese necesario: cinco años, diez años; lo importante era conseguir la victoria. Pero Toledo, temiendo que la conversación se desviase de su héroe, volvió á insistir en sus hazañas.

Tengo cariño y agradecimiento por el doctor Muret, que me cuidó con tanto celo y bondad cuando estuve mala. Mi padre lo estima mucho, y puede una acostumbrarse a su fealdad que es interesante. Sin embargo, su aire de solemne importancia me da siempre gana de reírme en sus barbas, y esta es una mala disposición para casarse.

Vive en una casa bien labrada, cuanto cabe en la industria de aquellos bárbaros, y á veces, por gozar con más frecuencia de las visitas del cielo, se retira solitario al yermo. Los que quieren entrar en este oficio, antes de tener barba, empiezan á aprender las ceremonias y á acostumbrarse á tratar con los dioses.

Como quiera, es preciso acostumbrarse á tener la atencion fuerte y flexible á un mismo tiempo, y procurar que la formacion de nuestros conceptos no se asemeje á la de los cuadros daguerreotipados, sino de los comunes; si el pintor es interrumpido, suspende sus tareas; y al volver á proseguirlas no encuentra malbaratada su obra; si un cuerpo le hace importuna sombra, en removiéndole, lo deja todo remediado .

Si estos medios no son posibles, queda aún el recurso de meter un gato, es decir, hacer esconder en la casa un cómplice que a una hora dada franqueará la entrada. Este papel de gato no lo desempeña cualquiera es necesario dedicarse a él y hacerse una especialidad; acostumbrarse a estar inmóvil por horas enteras; a respirar sin hacer ruido; a no estornudar ni toser; en fin, a hacerse un cadáver.