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Gracias á que D. Félix le socorrió prontamente descargando recios garrotazos en el lomo del pirata, logró escapar de sus garras. Y cuando salieron del pueblo por largo trecho el buen Talín fué resoplando unas veces, otras gimiendo, otras blasfemando en un estado de agitación sólo comparable al de su dueño. El sol declinaba.

El viejo reumático parecía loco; en la desesperación que le causaban sus dolores, vociferaba, blasfemando, y Cesárea, de la inanición que la consumía, estaba como idiota, y no hacía más que dar azotes en las nalgas a un chico mocoso, lloricón, y que ponía los ojos en blanco de la fuerza de sus berridos y contorsiones.

Ya estaba próxima a los peñascos, ya iba a estrellarse entre torbellinos de espuma, y aquel hombre que tanto había despreciado la vida del semejante, que había nutrido a los tiburones con tribus enteras y que llevaba un nombre aterrador como una leyenda lúgubre, revolvíase furioso, sujeto por cien manos, blasfemando porque no le dejaban arriesgar la existencia socorriendo a unos desconocidos, hasta que, agotadas sus fuerzas, acabó llorando como un niño.

Como el pianito sigue blasfemando y los carreteros tocando, ambos tienen que alzar la voz para hacerse oír.

Hablando de él, decía á su amigo y compatriota Weller: Durante los tres meses que hemos vivido con el conde, no le he visto cometer una incorrección ni decir una inconveniencia. Usted me creerá, si quiere, Sam, pero hubiera dado diez mil dollars por sorprenderle blasfemando ó abrazando á una camarera de á bordo. Pero ni lo más mínimo. Ese hombre es demasiado perfecto y me da miedo.

EL MARINO. Y en medio de ellos el gitano que se debatía blasfemando e insultando a todos los santos del Cielo y al señor gobernador. LA MULTITUD. ¡Jesús, qué horror! ¿y cómo os librasteis del monstruo? EL MARINO. Afortunadamente el capitán tenía una botella de agua bendita por el arzobispo de Toledo, y como el infernal buque estaba muy cerca, se la echamos a bordo.

Dechard, blasfemando, saltó hacia atrás, y antes de que pudiera darme cuenta de lo que iba a hacer, dirigió su arma contra el Rey, que cayó lanzando un doloroso gemido. El ágil espadachín me hizo frente otra vez, pero al volverse resbaló en el charco de sangre inmediato al cadáver del médico, y cayó al suelo.

El espectáculo de aquel taloneo angustioso e incesante me hacía mal, porque me recordaba las peripecias de la venida, y me veía, no bajo un prisma halagador, muy de helmuth y de poncho de guanaco, blasfemando contra mi bestia rehacia. Resolvimos dejarlos atrás y seguimos la marcha, cruzando Villeta como una tromba.

Pues oiga usted se atrevió a decir la Infanzón sin mirar a su esposo ; diga usted lo que quiera, esta capilla me parece a muy bonita; y me parece en cambio muy feo profanar el templo... ¡blasfemando así de Dios y sus santos! Ea, se había cansado; quería dar la batalla al libertino y escogía, con un pudor evidente, el terreno neutral, del arte, puro y desinteresado.

Estás blasfemando, Melchor; pero sin duda mereces que se te disculpe... no estás en condiciones de discutir «ahora»... mañana hablaremos. ¿Qué me quieres decir?... ¿que estoy borracho? rugió Melchor aproximándose a Lorenzo en actitud amenazante. Al verlo Ricardo se interpuso rápidamente, diciendo: No discutan más, Melchor... te alteras demasiado.