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Actualizado: 31 de mayo de 2025
Y terminaban afirmando que Montesinos desahogaba su amargura y despecho blasfemando de palabra cuando se le presentaba la ocasión y publicando artículos en los periódicos y revistas de los masones. El P. Gil no sabía a qué atenerse. Inclinábase, no obstante, a esta última opinión, que conciliaba hasta cierto punto la benévola de su hermana y ciertos amigos con la mala fama que tenía en el pueblo.
Los Febrer volvieron a su casa cubiertos de gloria en plena derrota: uno con el testimonio de amistad del César; otro, el comendador, tendido en una camilla y blasfemando como un pagano por haberse interrumpido el cerco de Argel. ¡Príamo Febrer!... Jaime no podía pensar en este personaje sin un sentimiento de simpatía y curiosidad que le habían infundido los relatos escuchados en su infancia.
De rama a rama, de tronco a tronco, en todas direcciones subían y bajaban hilos de araña que se le metían por ojos y boca al ex-regente, que escupía y se sacudía las telas sutilísimas con asco y rabia. ¡Esto es un telar! gritaba, y se envolvía en los hilos como si fueran cables, procuraba evitarlos y tropezaba, resbalaba y caía de hinojos, blasfemando, contra su costumbre.
Algunas mujeres subieron a ver el cadáver de la hija de Maricadalso, cuyo ataúd acababa de traer López. Era una muchacha bonita, cigarrera, con opinión de honrada. Maricadalso subía a su casa, lloraba junto al cuerpo de su hija, bajaba a gritar de nuevo, blasfemando, volvía a subir y a llorar.... Ya no parecía la Muerte sino la Locura cantando a su modo el Dies irae.
Pero la joven volvió la cabeza, dobló la espalda y permaneció muda, aunque el intendente repitiera varias veces su amenaza; en su furor le golpeó con el puño la espalda y la cabeza y luego salió del cuarto, jurando y blasfemando. Se detuvo, sin embargo, en el corredor y se puso a reflexionar sobre su crítica situación.
43 Y despedida la congregación, muchos de los judíos y de los religiosos prosélitos siguieron a Pablo y a Bernabé; los cuales hablándoles, les persuadían que permaneciesen en la gracia de Dios. 44 Y el sábado siguiente se juntó casi toda la ciudad a oír la Palabra de Dios. 45 Pero los judíos, vista la multitud, se llenaron de celo, y se oponían a lo que Pablo decía, contradiciendo y blasfemando.
Palabra del Dia
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