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Actualizado: 4 de julio de 2025
Era la miss animosa de la propaganda evangélica que recorre el globo esparciendo Biblias con fría sonrisa, sin miedo a las burlas de los civilizados ni a la brutalidad de los salvajes; pero lo que Lucy repartía eran excitaciones a la revuelta, y no buscaba a los dichosos, sino a los desesperados, en las fábricas y en los arrabales infectos.
Pero el caso más gracioso es el del Japón, al que los misioneros europeos trataban de convertir al cristianismo, pretendiendo que de él procedía la superioridad de las naciones occidentales, y que, en vez de eso, se convirtió él solo, en cuarenta años al liberalismo, declinando el ofrecimiento gratuito de las ciencias sagradas y de los instrumentos mágicos del Occidente, las biblias, los catecismos y las vidas de santos, las imágenes, las reliquias y los escapularios milagrosos para llevarse, en lugar de ellos, las ciencias profanas y los instrumentos mecánicos, y sobre la higiene y la despreocupación de la muerte, que ya tenía, implantó las escuelas, los laboratorios, los ferrocarriles, los vapores, los correos y telégrafos, compró acorazados, fabricó sabios, pólvora, cañones y fusiles a la europea, y derrotó a la santa Rusia por agua y por tierra, con milagros y todo.
Tanto hablaron contra este sabio varon, que llegaron las nuevas de tal hecho á los oidos de don frai Diego de Deza, obispo á la sazón de Palencia, uno de los mayores monstruos de crueldad que para deshonra de España i oprobio del género humano fuéron inquisidores generales hombre, i en fin que aborrecia tan de muerte los testos hebreo i griego de la sagrada Escritura, que tenia propósito de no dejar en la Península el menor vestigio de ellos; i así con la misma bestialidad con que cuando denunciaban á alguno por judaizante solia decir: «Dámele judío, i dártele-he quemado », no cesaba de perseguir las Biblias hebrea i griega andando en busca de ellas por los mas escondidos rincones siempre con las teas encendidas en las manos para reducir sus ejemplares á cenizas .
El barrio de los notarios viejos, como aquel excelente y parroquial señor García, que, después de comprarle algunas biblias a Borrow, le dijo: Si alguna vez tiene usted ocasión de hablar de mí en letras de imprenta, no deje usted de hacerlo. Ya sabe mi nombre y mis títulos: Señor García, notario público de Pontevedra...
Muchas veces en los documentos de la España árabe se hace mencion de bibliotecas, que no eran sino una coleccion completa de los libros sagrados del viejo y nuevo Testamento, ó propiamente hablando biblias: y de esta especie eran la biblioteca que el conde Adulfo costeó para la iglesia de S. Acisclo, segun se colige del epigrama primero de Cipriano, arcipreste de Córdoba, y la famosa del presbítero Leovigildo que celebró en una larga é ingeniosa composicion poética Alvaro Cordobés.
La gente no va a creerla, pero ahí estás tú para dar fe. Es que... si por casualidad se enteran en la fábrica y me despiden... Descuida, Antoniño. No daré detalles y seguirás conservando todos los elementos necesarios a tu vida: un empleo, una novia, una absolución... Allá por el año de 1835 cayó en España un inglés estrafalario que venía a vender biblias.
Hechos inconexos, doctrinas, experimentos y especulaciones; todo se baraja y se agrupa con cierto orden en torno de una idea capital: la equivalencia de los tiempos; la afirmación de que las desventajas de una época existen sólo para los espíritus débiles y enfermizos; la negación de que nuestra edad sea la edad de la razón por contraposición a la edad de la fe; y el convencimiento de que la fe y la razón viven en perpetuo sincronismo; de que la poesía y la prosa de la vida se compenetran y funden; de que el mundo es joven y la humanidad casi niña; y de que los patriarcas, videntes y profetas, se entienden con nosotros, a través de las edades, y nos saludan y nos alargan la mano, y nos animan a tener confianza y a escribir nuevas Biblias y a unir la tierra con el cielo.
Estos los frutos que dejaron sembrados los Reyes Católicos con la destruccion de las Biblias hebreas; i con las persecuciones hechas á hombres doctisimos por solo preferir á la Vulgata los testos originales.
No exceptúo de esta regla ni á las mujeres de los más acérrimos republicanos federales, ni á las hermanas de los cuitados que en cierto pueblo de la costa repartieron hace algún tiempo Biblias protestantes, ni á las hijas de Constituyentes que en 1869 votaron la Libertad de cultos, ni á las madres de ninguno de ellos..... ¡Todas, todas las Granadinas son eminentemente católicas!
Muchas Biblias fueron quemadas junto con sus dueños. Pero cuando el diablo supo que no podía parar subsiguientes ediciones de la Biblia en español, se vió obligado a cambiar de táctica.
Palabra del Dia
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