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Por virtud de la dicha facultad á Nos concedida, i aceptándola, usando de ella elegimos é nombramos é diputamos por inquisidores de la dicha infidelidad, y apostasía y herética pravedad á los venerables devotos Padres frai Miguel de Morillo, maestro en Santa Teología, i frai Juan de San Martin, bachiller presentado en Santa Teología, Prior del monasterio de San Pablo de la ciudad de Sevilla de la órden de predicadores &c.»

Viendo frai Alonso de Ojeda, prior del convento de frailes dominicos en Sevilla, este celo del bien público, representó á la reina los perjuicios que recibia la religion cristiana del mal vivir de los judíos conversos; i así para su remedio le suplicó porfiadamente i con elocuentes i vivas razones que diese permiso á los frailes de su órden para ser inquisidores del crímen de herejía; privilegio que gozaban los del reino de Aragon, siendo nombrados entre ellos para semejante cargo unas veces derechamente por el Papa, i otras por sus generales ó provinciales.

Tal fué el agustiniano frai Luis de Leon, catedrático en la universidad de Salamanca, que pasó cerca de cinco años en la Inquisicion de Valladolid llorando amargamente la estrechez i horrible oscuridad del calabozo en que yacia, i quejándose de sus perseguidores en aquellos sabidos versos: Aquí la envidia i mentira me tuvieron encerrado: ¡dichoso el humilde estado del sabio que se retira de aqueste mundo malvado!

Nombraron los reyes don Fernando i doña Isabel el año de 1480 para el cargo de inquisidores al maestro frai Miguel de Morillo i al presentado frai Juan San Martin, i para el de asesor al presbítero doctor en cánones Juan Ruiz de Medina.

A las instancias de frai Alonso de Ojeda juntáronse las de muchas personas de gran virtud, i en notable dignidad constituidas; i asi se vió obligada Isabel á dictar una providencia bastante á mitigar, si no á destruir, los daños que al aumento de la fe de Cristo ocasionaban los judíos falsamente conversos; pero su ánimo era mui bondadoso é incapaz de determinarse fácilmente á consentir en una tan notoria vejacion de sus vasallos.

Tal fué el célebre maestro frai Alonso Gudiel, religioso tambien agustiniano i gran predicador que pereció dentro de las cárceles del tribunal del Santo Oficio, i cuyo cadáver fué estraido de alli i entregado á los frailes de su órden para que le diesen sepultura; pero no la paz i perpetuo descanso que se suele dar á los difuntos, porque todavía se continuaba su causa i en tanto sus huesos corrian peligro de ser inquietados.

Tanto hablaron contra este sabio varon, que llegaron las nuevas de tal hecho á los oidos de don frai Diego de Deza, obispo á la sazón de Palencia, uno de los mayores monstruos de crueldad que para deshonra de España i oprobio del género humano fuéron inquisidores generales hombre, i en fin que aborrecia tan de muerte los testos hebreo i griego de la sagrada Escritura, que tenia propósito de no dejar en la Península el menor vestigio de ellos; i así con la misma bestialidad con que cuando denunciaban á alguno por judaizante solia decir: «Dámele judío, i dártele-he quemado », no cesaba de perseguir las Biblias hebrea i griega andando en busca de ellas por los mas escondidos rincones siempre con las teas encendidas en las manos para reducir sus ejemplares á cenizas .

Afligido Lebrija con esta accion del inquisidor Deza i temeroso de caer en desgracia de los Reyes Católicos, dirigió al arzobispo de Toledo don frai Francisco Ximenez de Cisneros una breve i elocuentisima Apología contra las acusaciones de sus enemigos, en la cual sin acertar á contenerse prorrumpió en estas voces de dolor é indignacion: «¿Qué es esto? ¿Dónde estamos? ¿Qué tiránica dominacion es esta que tanto oprime los ingenios? ¿No basta, no, que yo cautive mi entendimiento en obsequio de la fe, sino que en materias en que se puede hablar sin ofensa de la piedad cristiana no me es permitido publicar lo que estoi viendo por mis mismos ojos mas claro que la luz de mediodia? ¿Qué digo yo publicar; pero ni aun pensarlo, cuanto mas escribirlo á puerta cerrada i por solo? ¡Terrible cosa es quererme obligar á que yo mismo crea que ignoro lo que me consta con la mayor evidencia i por razones demostrativas, no por conjeturas ó argumentos probables! ¡No puede llegar á mas la esclavitud! »

Esta patraña, que yo la tengo por tal, está acreditada por muchos i mui buenos escritores, engañados por el forjador de semejante documento, tales como don Frai Prudencio Sandoval , Arias Montano , el doctor Juan de Vergara , el doctor Francisco Pisa , Frai Juan de Pineda , Quintana Dueñas , Rodrigo Caro , Tamayo de Vargas , Francisco de Padilla , don José de Pellicer , don Diego de Castejon , Rodrigo Mendez de Silva i otros muchos que por no caer en prolijidad remite al silencio mi pluma.

De esta suerte hablaba Ceballos contra el comercio que ejercian únicamente los estranjeros en España. Frai Gerónimo Bolívar, Francisco Martinez de la Mata, Cristóbal Perez de Herrer, Luis de Castilla, Damian de Olivares, Miguel Caja de Leruela i otros escribieron tambien en iguales ó semejantes términos en la materia.