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Actualizado: 19 de junio de 2025


Naturalmente, la materialidad de la causa limita el campo; una cabeza del Ticiano, una bacanal de Rubens, un interior de Rembrandt, un monje de Zurbarán, darán una serie de impresiones definidas, vinculadas al asunto de la tela.

Cuando bajaba de contemplar los mil objetos de arte que encierran los diferentes museos, una espantosa gritería que, como una gran bacanal subterránea, ensordecia con sus ecos repetidos por la bóveda sombría. La curiosidad me hizo acercarme, y solo al hallarme en medio de la indescriptible escena pude creer que allí estaba la Bolsa de un país civilizado.

Y miraba hacia los Cuatro Caminos, como si en las barriadas miserables de los trabajadores se cobijasen gentes crapulosas que hubieran pasado aquellas fiestas en plena bacanal. Isidro le indicó que debía volver al centro de Madrid, si deseaba convertir grandes pecadores: en las afueras sólo encontraría infelices que, no teniendo el pan necesario, mal podían pensar en locuras.

Que cuando lleguen esas turbas crean que estamos desprevenidos; que intenten allanar la casa; que derriben la puerta. ¿Y nos marchamos? Opino que no. Aquí todo el mundo. Pues aquí todo el mundo. A la media noche, una turba tumultuosa, animada con todas las voces de un motín y todos los alaridos de una bacanal, invadía las calles de San Bernardino, del Duque de Osuna y del Conde-Duque.

Con la caída de la tarde se fue amortiguando el escándalo de aquella bacanal campesina; se extinguieron los ruidos de guitarras y panderetas, y al anochecer, las pandillas de clérigos aparecían paseando en el camino a la entrada de las aldeas. Oscura, oscurísima era la noche cuando el convoy entró en la capital de Navarra.

Cambio de itinerario. La Ville de París. La travesía. Colón. Un puerto franco. Bar-rooms y hoteles. Un día ingrato. Aspectos por la noche. El juego al aire libre. Bacanal. Resolución. Me detuve un instante a almorzar en Consuelo, volví a ver el famoso cuarto en que habíamos pasado la noche a la venida, con los Mounsey y la numerosa y heterogénea compañía de que hablé.

A la vez, y llevando el compás con palmadas, cantaban los circunstantes: Levántamelo, María; levántamelo, José; si no me lo levantas yo me lo levantaré. ¡Qué se quema el sango! ¡No se quemará, pues vendrán las olas y lo apagarán! Aquella bacanal no podía ser más inmunda, ni la bailarina más asquerosamente lúbrica en sus movimientos. Eso era para escandalizar hasta a un budinga.

La divertida compañía entra en la casa de la Disolución, y celebra una bacanal con música y danzas, haciendo de gracioso el Juego, en traje de arlequín. Asistimos en seguida, desde esta fiesta, descrita con verdadero ingenio, al lugar en donde un pastor apacienta sus rebaños, y á una de esas escenas pastoriles en que tanto sobresale nuestro Lope.

La luz que ilumina los banquetes viene a herir mis ojos por las rendijas de los balcones; el ruido de los panderos y de la bacanal que estremece los pisos y las vidrieras, se abre paso hasta mis sentidos, y entra en ellos como cuña a mano rompiendo y desbaratando.

No hay cansancio; parece increíble que esas mujeres lleven diez horas de un rudo trabajo. La bamboula las ha transfigurado. Gritan, gruñen, se estremecen, y por momentos se cree que esas fieras van a tomarse a mordiscos. Es la bacanal más bestial que es posible idear, porque falta aquel elemento que purificaba hasta las más inmundas orgías de las fiestas griegas: la belleza...

Palabra del Dia

irrascible

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